Delfines, ballenas y otros mamíferos acuáticos que respiran aire están perfectamente adaptados a la vida subacuática. Pasan la mayor parte de su vida bajo el agua y sólo salen a la superficie para respirar. En cambio, los humanos están adaptados a la vida en una atmósfera seca y sólo pueden sumergirse brevemente mientras aguantan la respiración. Con los aparatos de respiración subacuática autónoma (SCUBA), los humanos pueden prolongar considerablemente su estancia bajo el agua. Ya sea con una sola respiración o con escafandra autónoma, el buceo implica factores de estrés derivados de las modificaciones en la respiración, la inmersión en el agua y los cambios de presión a medida que el buceador se desplaza verticalmente en el agua. Para los buceadores en forma y bien entrenados, el estrés del buceo es positivo y provoca adaptaciones espontáneas sin que los buceadores sean conscientes de ello. Esto hace que bucear sea una experiencia relajada y agradable. DAN Research estudia cómo el cuerpo humano, especialmente el sistema cardiorrespiratorio, se adapta al buceo, por qué puede fallar la adaptación y quién puede estar en riesgo.
La diabetes y el buceo
Históricamente, DAN no recomendaba bucear a las personas con diabetes insulinodependiente, debido al riesgo de sufrir un episodio hipoglucémico bajo el agua. Sin embargo, dos estudios ayudaron a reevaluar las recomendaciones para el buceo recreativo con diabetes.
Aptitud física para bucear
Es necesario contar con un grado adecuado de aptitud física para hacer frente a las exigencias tanto habituales como imprevistas del buceo. En algunos casos, el nivel de exigencia de las recomendaciones es tan alto que los buzos no pueden cumplir con los requisitos.