Nuestro grupo de seis investigadores se lanzó de la embarcación con una entrada de backroll (de espaldas) cerca de Júpiter, Florida, e iniciamos nuestro descenso hacia el fondo arenoso casi 24 metros (80 pies) más abajo. Cuando el naufragio se hizo visible, el grupo se puso dinámicamente en formación para iniciar la tarea: la búsqueda de meros guasa.
Más cerca del naufragio vimos más de 20 meros guasa adultos, varios de los cuales tenían más de 1 o 2 metros (3 a 6 pies) de largo y superaban fácilmente los 90 kilogramos (200 libras). Intercambiando señas manuales, rápidamente nos preparamos y colocamos el equipo, alineando un dispositivo de etiquetado para apuntar a uno de los meros más grandes cerca de la proa del naufragio. Al soltar el gatillo, una etiqueta de color brillante del tamaño de un puño se adhirió cerca de la aleta dorsal del pez.
Satisfecho con la sujeción, el investigador registró el número de la etiqueta en una tabla de buceo y luego recargó el dispositivo y continuó con el siguiente pez. Un buzo iba detrás con un dispositivo que tenía dos láseres submarinos a una distancia conocida y en paralelo con una pequeña cámara en el medio. Este dispositivo, denominado fotogrametría de láser doble, proporciona mediciones de longitud precisas simplemente proyectando los dos puntos láser sobre el costado del pez.
Continuamos etiquetando y midiendo la mayor cantidad de meros guasa que pudimos antes de que nuestro tiempo de fondo se agotara. De vuelta en el barco, verificamos la cantidad de peces etiquetados y medidos ese primer día. Durante esta ventana de tiempo estrecha y crucial trabajaríamos mucho más para estudiar los números de su población.


Protecciones para Meros Guasa
El mero guasa (Epinephelus itajara) es parte de la familia Epinephelidae, comúnmente conocido como mero, que incluye 159 especies con 15 géneros. Caracterizados por bocas grandes y cuerpos pesados, tienen una larga historia evolutiva que se remonta a más de 30 millones de años.
Con un presunto tamaño máximo de 2,4 metros (8 pies) y 363 kilogramos (800 libras), los meros viven a profundidades de 1 a 49 metros (3 a 160 pies) y su dieta incluye principalmente cangrejos y peces, aunque varía y puede incluir pulpos, rayas de aguijón, tortugas, peces loro y otras especies habitantes de los fondos. Están distribuidos en el oeste del Atlántico desde Florida hasta Brasil y en el este del Pacífico desde México hasta Perú.
Algunos peces tienen muchas adaptaciones fascinantes que les permiten perdurar en tiempos de cambio y escasez de alimento y parejas. Muchos meros son hermafroditas protóginos, lo que significa que primero funcionan como hembras y más tarde se transforman en machos. Esta transición evolutiva tuvo lugar para garantizar la reproducción y continuidad exitosa de esta especie.
Los meros guasa forman grandes agregaciones a finales del verano y principios del otoño para reproducirse en un evento de desove masivo. Machos y hembras se reúnen en las mismas áreas cada año bajo la luna nueva para liberar huevos y esperma en el agua y así crear la próxima generación. Su biología es lo que los hace tan vulnerables. El desove de meros reúne a los adultos más grandes en un lugar, que históricamente ha atraído a pescadores para apuntar a la abundancia, dando lugar a disminuciones regionales.
Para los años 80 la intensa presión pesquera llevó a la población de meros guasa casi a la extinción a nivel local en los Estados Unidos, pero en 1990 se promulgaron leyes federales y estatales para protegerlos. Su población aumentó durante los primeros 20 años tras la veda de pesca, pero posteriormente disminuyó los 10 años siguientes. El objetivo ha sido continuar monitoreando sus poblaciones para documentar si la recuperación está realmente ocurriendo o qué es lo que puede estar obstaculizándola.

La Comisión para la Conservación de Peces y Vida Salvaje de la Florida (Florida Fish and Wildlife Conservation Commission, FWC) recientemente evaluó habilitar el acceso a una cantidad limitada de meros guasa jóvenes para la recolección de pescadores. Biólogos, pescadores, líderes de comunidades, organizaciones no gubernamentales, políticos, buzos, propietarios de tiendas de buceo y grupos de interés se reunieron en el proceso público. La mejor información científica disponible sugería que la recuperación todavía estaba en curso y que habilitar el acceso a una recolección incluso de pequeñas cantidades podría tener efectos nocivos en la recuperación.
No obstante, en contra de las recomendaciones científicas, en 2022 la FWC aprobó la emisión de 200 etiquetas de permiso de recolección para meros guasa jóvenes mediante un sistema de lotería desde la primavera de 2023. El impacto de esta recolección aún no se conoce y será evaluado como parte de la recopilación de datos a largo plazo de sitios de agregación de meros guasa cerca de la costa de Florida.
Desde los años 90 las protecciones y el cierre de la pesca han dado lugar a una floreciente industria del ecoturismo de buceo dirigida a personas que buscan oportunidades para bucear con estos enormes peces y fotografiarlos. Este crecimiento del ecoturismo beneficia a los propietarios de tiendas de buceo, hoteles y restaurantes y ha cambiado el valor de los meros guasa de simplemente un recurso pesquero a un recurso comunitario compartido con un valor comercial muchísimo mayor que el obtenido solo a través de la pesca. Solo el tiempo dirá qué presiones y decisiones determinarán el futuro de los meros guasa en las aguas de Florida.


Estudios demográficos
Nuestro equipo de investigación volvió al mismo lugar al día siguiente con un nuevo objetivo: cada buzo intentaría contar con precisión la mayor cantidad posible de meros guasa e identificar cuántos tenían las etiquetas de colores brillantes adheridas el día anterior. Con tablas de buceo y lápices en la mano, cubrimos la mayor parte del área alrededor del naufragio que nos permitió el aire. La confirmación de las etiquetas era clave, razón por la cual la posición dorsal de las etiquetas de colores brillantes era fundamental.
El proceso de etiquetado y reavistamiento sucede en varios sitios en el área de agregación de meros guasa y toma muchos días de buceo. Bajo el liderazgo de Chris Koenig, PhD, el equipo ha estado recopilando datos por décadas, calculando el tamaño de la población sobre la base de cuántos peces son etiquetados en el área y cuántos son redetectados. Este conjunto de datos permitirá evaluar si la población ha aumentado o disminuido con el tiempo. Este método de “marcaje y reavistamiento” es una valiosa herramienta que ayuda a cuantificar el estado de la recuperación.
Los meros guasa son gentiles gigantes. Al bucear con ellos se puede oír un fuerte estruendo, que es una forma de defensa territorial. Utilizan su vejiga natatoria para producir este sonido cuando se sienten amenazados o sobresaltados o como una exhibición de cortejo. Cuando producen el estruendo puede sentirse a través del cuerpo y en los huesos. Puede desencadenar una serie de estruendos de otros peces que estén cerca, los cuales pueden sonar como cañones disparándose a su alrededor. El sonido viaja más rápido bajo el agua que en el aire, y esta es una cacofonía de sonido de peces.
En el último buceo de la investigación estacional, me quedé todo el tiempo que pude con un solo mero guasa. Yo estaba colgando de un pilar en la fuerte corriente y el pez simplemente estaba allí, moviendo la cola conforme era necesario para mantener la posición —un movimiento que hace durante toda su vida—. Miré al pez a los ojos y me pregunté: ¿cuánto tiempo sobrevivirá? ¿Estará bien? ¿Lo veré el próximo año? Él me devolvió la mirada, probablemente preguntándose quién era esta criatura de cuatro extremidades con un traje de neopreno que expulsaba burbujas.

Mi compañero de buceo me tocó el hombro. El suministro de aire era bajo y era hora de irnos. Una sola lágrima brotó de mi ojo cuando lo miré por última vez y me despedí de él. “Hasta pronto”, susurré. Regresaré y volveré a verte, mi gentil gigante.
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