Capítulo 3: Diagnóstico de enfermedad descompresiva

“Mientras se piensa en la EDC como una enfermedad de burbujas, éstas son, probablemente, sólo la puerta de entrada a una variedad compleja de consecuencias y efectos”

La EDC puede desarrollarse cuando el grado de sobresaturación de un buzo es tan alto (o, dicho de otra manera, si el gradiente de eliminación es tan empinado), que no es posible una trasferencia controlada de gases inertes desde los tejidos del cuerpo hacia el torrente sanguíneo – y luego, desde el torrente sanguíneo hacia los pulmones, y de los pulmones hacia el ambiente. Si dicho proceso de eliminación es inadecuado, los gases inertes saldrán de la solución y formarán burbujas que pueden deformar los tejidos, obstruir el flujo sanguíneo, provocar daño mecánico (a las articulaciones, por ejemplo) y/o disparar una cascada de respuestas bioquímicas.

Aunque mucho se sabe de la EDC, sus mecanismos de agresión aún están siendo investigados. Y mientras se piensa en la EDC como una enfermedad de burbujas, éstas son, probablemente, sólo la puerta de entrada a una variedad compleja de consecuencias y efectos.

En este capítulo aprenderá sobre:


Una piel moteada o marmolada como ésta es una característica de “cutis marmorata”, (piel marmórea) una condición que puede advertirnos del probable desarrollo de síntomas más serios de EDC Tipo 2.

Signos y síntomas de la enfermedad descompresiva

La agresión colectiva a los sistemas corporales puede provocar EDC sintomática. Los efectos primarios de la condición pueden ser evidentes en los tejidos que son directamente agredidos. Sus efectos secundarios pueden comprometer la función de una amplia variedad de tejidos, poniendo en peligro la salud del buzo.

La habilidad de reconocer los signos, o evidencia objetiva, y los síntomas, o percepciones subjetivas, de EDC – y de diferenciarlos de signos y síntomas menos probables de ser asociados con la EDC – es importante. Se ha establecido una variedad de sistemas de clasificación para la EDC. Un criterio común es describir los casos como Tipo 1 o Tipo 2.

EDC Tipo 1

La EDC Tipo 1 se caracteriza generalmente, por dolor musculo esquelético, y síntomas cutáneos leves. Las manifestaciones cutáneas del Tipo 1 incluyen picazón y erupción leve (para diferenciarla de una clara y a veces, elevada coloración moteada o marmolada de la piel – condición conocida como “cutis marmorata” (piel marmórea), que puede presagiar el desarrollo de síntomas más graves de EDC Tipo 2). Menos común, pero aún asociada con EDC Tipo 1 es la obstrucción del sistema linfático, que puede provocar la inflamación y el dolor localizado de los tejidos que rodean los ganglios linfáticos – como las axilas, ingles, o detrás de las orejas.

Lugares comunes de dolor músculo-esquelético asociado con la EDC Tipo 1.

Los síntomas de EDC Tipo 1 pueden aumentar en intensidad. Por ejemplo, el dolor puede originarse como una molestia leve cerca de una articulación o un músculo, y luego aumentar en magnitud. Sin embargo, el dolor asociado con la EDC generalmente no aumenta con el movimiento de la articulación afectada, aunque mantener el miembro en una posición más que en otra puede reducir la incomodidad. Dicho dolor, puede, en última instancia, ser bastante grave.

EDC Tipo 2

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La prueba de Romberg evalúa el control postural. La prueba de Romberg mejorada, que incluye cruzar los brazos y colocar un pié delante del otro, es más sensible a cambios en el equilibrio estático. La prueba de Romberg mejorada se utiliza comúnmente como parte de la evaluación neurológica de buzos lesionados.

Los síntomas del Tipo 2 se consideran más graves. Generalmente se dividen en tres categorías: neurológicos, del oído interno, y cardiopulmonares. Los síntomas neurológicos incluyen entumecimiento, parestesia, o una sensación alterada como hormigueo, debilidad muscular, una forma de andar deficiente, o dificultad al caminar; problemas de coordinación física, o control de la vejiga; parálisis, o un cambio en el estado mental, como confusión o falta del estado de alerta. Los síntomas del oído interno pueden incluir zumbido en los oídos, conocido como acufeno; pérdida de la audición, vértigo o mareo; nauseas; vómitos, y pérdida del equilibrio. Los síntomas cardiopulmonares, conocidos comúnmente como “obstrucciones” incluyen tos seca; dolor en el pecho detrás del esternón; y dificultad respiratoria, conocida también como “disnea”. Los problemas respiratorios, que se deben, generalmente, a la alta cantidad de burbujas en los pulmones, pueden comprometer la capacidad de funcionamiento de los mismos, amenazando la salud del buzo lesionado, y aún su vida, si no se busca inmediatamente el tratamiento.

Los síntomas del Tipo 2 pueden desarrollarse rápida o lentamente. Un desarrollo lento puede, en realidad, ocultar la gravedad de la situación, al permitir la negación de su persistencia. Por ejemplo, la fatiga y la debilidad son preocupaciones tan comunes, especialmente si su aparición se retrasa, que pueden ser ignoradas muy fácilmente. Los síntomas menos comunes, como la dificultad para caminar, orinar, escuchar, o ver, especialmente si su aparición es rápida, a veces pueden acelerar el reconocimiento de la existencia de un problema. Es justo decir que los buzos pueden ser reticentes, en un principio, a reportar los síntomas, aunque generalmente lo harán, si estos no desaparecen. Éste es un defecto que los buzos deben tener en cuenta, para no caer en él.

Presentación de la EDC

La presentación de la EDC es, generalmente, idiosincrática – esto significa que su patrón “típico” puede ser precisamente, atípico. En algunos casos, la queja principal de un buzo afectado puede desviar la atención de síntomas más sutiles pero potencialmente más importantes. La lista siguiente enumera las manifestaciones iniciales de la EDC reportadas, desde las más comunes, hasta las menos frecuentes (Vann et al. 2011):

  • Dolor, particularmente cerca de las articulaciones.
  • Entumecimiento o parestesia.
  • Problemas constitucionales – tales como dolor de cabeza, mareos, fatiga sin motivo, malestar general, nausea y/o vómitos, o anorexia.
  • Vértigo.
  • Debilidad motriz.
  • Problemas cutáneos – tales como picazón, erupción, o coloración moteada o marmolada de la piel (“piel marmórea”).
  • Malestar muscular.
  • Estado mental alterado.
  • Problemas pulmonares – como dificultades respiratorias (“obstrucciones”).
  • Coordinación alterada.
  • Nivel de consciencia reducido.
  • Síntomas auditivos – tales como escuchar sonidos inexistentes, o sufrir dificultades auditivas.
  • Problemas linfáticos –como inflamación en alguna región.
  • Disfunción urinaria o intestinal – como por ejemplo, retención de orina.
  • Función cardiovascular comprometida.

De acuerdo con esta revisión reciente, el dolor y el entumecimiento, también conocido como parestesia, fueron reportados inicialmente en casi dos tercios de los casos de EDC síntomas específicos en aproximadamente el 40 por ciento de los casos, mareo/vértigo, y debilidad motora en alrededor del 20 por ciento, y síntomas cutáneos en aproximadamente 10 por ciento de los casos. (Vann et al. 2011)


Diagnóstico diferencial de la enfermedad descompresiva

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La EDC es una lesión de buceo de alto perfil a causa de su gravedad potencial. Pero es necesario que los buzos recuerden que no todos los problemas relacionados con el buceo se transforman en EDC. Cuando dos o más condiciones tienen síntomas que se superponen, como sucede en el caso de muchas lesiones relacionadas con el buceo, el diagnóstico diferencial es el proceso por el cual el personal médico determina cuál de las potenciales condiciones es, probablemente, más responsable de los síntomas.

El término enfermedad disbárica (ED) se acuñó para abarcar la enfermedad descompresiva (EDC) y una condición relacionada conocida como embolia arterial gaseosa (EAG), esta última como resultado de un barotrauma de los pulmones que introduce gas en el torrente sanguíneo sistémico. Algunas de las otras condiciones y circunstancias que implican síntomas similares incluyen barotrauma de oído interno; sobredistensión del oído medio o los senos maxilares; respirar gas contaminado; toxicidad del oxígeno; tensión o trauma músculo esquelético sostenido antes, durante, o después de un buceo; envenenamiento por vida marina; edema pulmonar por inmersión; aspiración de agua; y desórdenes neurológicos coincidentes, tales como el accidente cerebro vascular (ACV). (Vann et al. 2011). El estrés térmico – a veces, debido al calor excesivo, pero generalmente a la exposición al frío – también puede ser la causa de síntomas similares. En algunos casos, un historial médico cuidadoso puede fácilmente eliminar un diagnóstico u otro. Por ejemplo, los síntomas de edema pulmonar por inmersión a menudo se desarrollan a profundidad. En este caso, un buen historial desestimaría la EDC, que sólo se desarrolla luego de un estrés descompresivo significativo durante el ascenso.

Es esencial para los buzos con cualquiera de estos síntomas buscar la evaluación y el apoyo médico. Mientras que el personal que brinda los primeros auxilios puede hacer el análisis inicial de una persona lesionada realizando una evaluación neurológica in situ, las capacidades de los que no son médicos no se acercan a las habilidades y conocimientos clínicos que poseen los especialistas experimentados.

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