El misterio de una enfermedad por descompresión cutánea
Después de obtener mi certificación de buceo en 1992, me volví adicta instantáneamente. Era una joven obsesionada y convencida de mi inmortalidad, por lo que no era la buceadora más conservadora, pero durante mi primera década de buceo no tuve problemas con la enfermedad por descompresión (EDC). Entre 2003 y 2006 libré una lucha contra el cáncer de mama; después de mi tratamiento (quimioterapia y cuatro procedimientos quirúrgicos), me volví mucho menos temeraria.
No obstante, seguía siendo completamente adicta al buceo y cuando tuve mi primera experiencia con una enfermedad por descompresión (EDC) cutánea en 2008, buceaba varias veces a la semana en San Diego, California. Mi primer evento —una mancha en el abdomen que me causaba comezón— tuvo lugar en una embarcación de vida a bordo después de mi cuarto buceo del día. El suceso parecía más desafortunado que improbable; estaba buceando con un perfil conservador y había cumplido con mis paradas de descompresión obligatorias. Pero no fue una casualidad.
Experimenté una enfermedad por descompresión cutánea —la misma presentación en el mismo lugar de mi abdomen y, curiosamente, siempre después de bucear con un traje seco— varias veces más durante 2008, incluso al seguir perfiles sumamente conservadores. Después de varias llamadas y consultas médicas con DAN, no estaba más cerca de entender por qué estaba sucediendo esto.
Debido a la cronología, la presentación de mis síntomas y los tipos de buceo que estaba realizando, los médicos sospechaban que mi propensión a desarrollar una enfermedad por descompresión cutánea estaba relacionada con mi historial de cirugías vinculadas al cáncer y el tejido cicatricial asociado y no un defecto cardíaco, como un foramen oval permeable (FOP). El consenso fue que era poco probable que un ecocardiograma revelara un problema cardíaco, por lo que no era urgente realizar pruebas. Me fui tranquila y me estaba haciendo experta en la prevención de una enfermedad por descompresión cutánea a través de una combinación de uso de Nitrox, perfiles de buceo sumamente conservadores, prevención de compresión del traje seco y paradas de seguridad prolongadas, por lo que no me molesté en hacerme pruebas.
A lo largo de los 15 años siguientes, rara vez experimenté una enfermedad por descompresión cutánea, probablemente porque pasé mucho más tiempo del que me correspondía realizando largas paradas de seguridad por precaución. Luego un amigo que había estado buceando con un gran FOP por años sufrió un devastador accidente cerebrovascular (se cree que el FOP es un factor de riesgo para un accidente cerebrovascular isquémico). Conmocionada, finalmente me comuniqué con mi amigo el Dr. Douglas Ebersole para que me asesorara. Después de un largo debate y una promesa del Dr. Ebersole de ser mi cirujano si lo necesitaba, estaba lista para avanzar con las pruebas.
Me puse en contacto con el departamento de medicina hiperbárica de la Universidad de California en San Diego (University of California San Diego), sabiendo qué esperar porque el procedimiento había sido descripto recientemente en el artículo “La posibilidad de un FOP” (Possibility of a PFO) (edición de Alert Diver, del tercer trimestre de 2023). Tres meses más tarde, observaba nerviosa cómo mi ecografista realizaba una ecografía transtorácica con un estudio de burbujas, intentando impresionarlo fervientemente con mi técnica de Valsalva (que tiene por objeto aumentar la sensibilidad de la prueba para la detección de un FOP). Mis resultados llegaron días más tarde: eran perfectamente normales, sin ninguna evidencia de un shunt intracardiaco.
Estaba invadida por una mezcla de emociones. Sentí alivio, desde luego, sabiendo que no tenía que considerar el cierre quirúrgico de un defecto cardíaco. Pero también sentí un poco de frustración al saber que no había nada que simplemente pudiera solucionar. Si quiero evitar tener esa pequeña mancha que me provoca comezón causada por una enfermedad por descompresión cutánea, siempre tendré que bucear de manera conservadora.
Sin embargo, estoy agradecida de tener una respuesta a la pregunta que siempre había estado en lo más profundo de mi mente. Supongo que pasar más tiempo obligadamente flotando en aguas poco profundas no es lo peor después de todo.
© Alert Diver — Q2 2024