Los pingüinos son fuertes sobrevivientes.
Los pingüinos, uno de los mayores símbolos de vida silvestre en el reino animal, se hacen querer con sus graciosas payasadas y nos cautivan con su capacidad de prosperar en entornos increíblemente hostiles. Son embajadores polares, un significante del cambio climático y un ejemplo de persistencia frente a las condiciones climáticas extremas.
Al trabajar como naturalista y guía en la Antártida y las islas subantárticas, he tenido el privilegio de pasar gran parte del tiempo con estas aves durante su temporada de reproducción. Aunque su gracioso balanceo al caminar, el hurto de rocas y las riñas aún me deleitan, estos fuertes sobrevivientes me impresionan cada vez más cuanto más los entiendo.
Las 18 especies vivas de pingüinos tienen entre 38 centímetros (15 pulgadas) y más de 90 centímetros (3 pies) de alto y pesan de 907 gramos (2 libras) a casi 41 kilogramos (90 libras). Todas las especies tienen aletas en lugar de alas, patas palmeadas y un pico puntiagudo.
La mayoría de los pingüinos viven en los extremos más alejados del hemisferio sur, en las islas subantárticas y el continente. El pingüino de Galápagos es la única especie del hemisferio norte y vive solo apenas cruzando el ecuador. Los pingüinos de Magallanes y de Humboldt prosperan en las aguas de América del Sur. Estas variedades más tropicales comparten muchas adaptaciones con sus familiares de agua fría, pero tienen algunas modificaciones para lidiar con las temperaturas más cálidas. Específicamente, los pingüinos de agua cálida tienen la piel más expuesta en la cara y la cabeza para ventilar mejor el exceso de calor.
Todas las especies tienen plumas cálidas que atrapan el aire cerca de la piel para preservar el calor corporal, de manera similar a un traje seco. Cuando los vea sumergirse bajo el agua, de vez en cuando advertirá burbujas saliendo de su plumaje a medida que la presión aumente. La investigación reciente indica que los pingüinos tienen aproximadamente 23 plumas de contorno por pulgada cuadrada con aproximadamente cuatro plumones, o plumones aislantes, por cada pluma de contorno.
Al igual que con los buzos, el traje perfecto requiere mantenimiento. Los pingüinos con frecuencia se contonean en aguas superficiales y se frotan con sus aletas para limpiar cualquier suciedad o excremento de su plumaje. Esa no siempre es una tarea sencilla. A diferencia de las plumas de un ave voladora, que a menudo están en hileras o filas para tener una buena aerodinámica, las plumas de un pingüino crecen escalonadas como tejas —una mejor disposición para evitar la entrada de agua—. Una glándula sebácea en la base de su cola proporciona una impermeabilización adicional al cubrir la capa externa de plumas. Cada pluma de un pingüino tiene un músculo individual para controlar su posición. Este control permite a las aves sacudir, ventilar, hacer temblar y mover cada pluma.
La coloración de los pingüinos, que es abundante en el mundo marino y se ve en animales —desde aves hasta tiburones y mamíferos—, es una excelente táctica de evolución. Estos animales se ven blancos y, por consiguiente, en cierto modo se camuflan en el agua superior más brillante cuando se los ve desde abajo. Desde arriba, el negro se pierde en la oscuridad abajo. No obstante, en el caso de los pingüinos, existe una función secundaria: un lado oscuro y otro brillante les permite reflejar o absorber el calor del sol.
Una vez al año, los pingüinos deben renunciar a la comodidad de su plumaje y experimentar una muda catastrófica, donde pierden todas sus plumas a la vez. Este proceso de alto consumo energético deja a los pingüinos cansados, incómodos y restringidos a la tierra sin sus plumas impermeables y aislantes hasta que crezcan las nuevas. Durante estas dos a cuatro semanas, las aves están en su estado más vulnerable y no pueden ingresar al agua para alimentarse.
Sus picos son otra preciada herramienta. Sin manos, patas ni garras, un pingüino debe depender de su cara para hacer su trabajo más importante: aplicar el aceite impermeabilizante a sus plumas, capturar y devorar a su presa, defender su nido de los depredadores o vecinos molestos y hacer exhibiciones de cortejo. El pico de los pingüinos es un apéndice extraordinariamente ágil capaz de grandes hazañas de fuerza o los procesos más delicados. Puntas de queratina orientadas hacia atrás revisten el paladar y la lengua; estas papilas garantizan que su presa solo pueda moverse en una dirección: hacia el esófago.
Los pingüinos se alimentan de una variedad de presas, pero la mayoría de las especies de agua cálida se alimentan de bancos de peces pequeños. Al igual que muchas aves marinas, su guano es blanco y está lleno de escamas de su desafortunada presa. Las especies de agua más fría dejan una mancha rosada alrededor de sus colonias. No proviene de los cangrejos, como los primeros exploradores suponían, sino del kril.
Estos decápodos, uno de los animales de aguas abiertas más abundantes, son la base de la cadena alimentaria del océano Glacial Antártico. El kril se alimenta de plancton, que con mayor frecuencia crece en la parte inferior del hielo marino, lo que convierte al kril en los principales pastadores del sistema marino. Difícilmente haya un animal antártico que no le deba gran parte de su energía alimentaria al kril. Mientras que el plancton de diatomeas es la base del sistema trófico de la Antártida, el kril lo convierte en proteínas y grasas esenciales.
Si bien la pesca continua de kril ha contribuido a la disminución de la fuente de alimento de los pingüinos, estos animales están directamente en el centro de la cadena alimentaria para sus depredadores naturales. Las focas leopardo capturan a las jóvenes aves y azotan a sus víctimas en la superficie con tanta fuerza que la piel y las plumas se desprenden de la musculatura. Las orcas persiguen y hostigan a los pingüinos, a menudo hasta la muerte, mientras entrenan a sus crías.
Los pingüinos se enfrentan a una implacable amenaza de grandes gaviotas y skúas, que son aves depredadoras similares a las gaviotas con una importante astucia. Estas criaturas aviares con frecuencia roban huevos de pingüinos e incluso crías. Las skúas han sido conocidas por intimidar a un adulto empollando y trabajar en equipo para hacerlo salir del nido. Al tironear de las plumas de la cola o sumergirse, una skúa abruma al pingüino adulto lo suficiente como para apartarlo de su nido mientras otra skúa se abalanza para desplumar a una cría indefensa.
Sobrevivir a este bombardeo de amenazas no es tarea fácil. Sin embargo, una vez en el mar, el peligro disminuye y comienza la labor de alimentarse. Cuando los pingüinos capturan kril, peces u otros animales marinos, también ingieren gran cantidad de agua salada. Cuentan con una adaptación que comparten con muchas otras aves marinas para deshacerse del exceso de sal. Las glándulas de desalinización dentro de sus cabezas cerca de la órbita del ojo concentran la sal de su sangre y forman una solución hipersalina que excretan a través de sus fosas nasales.
La mayoría de los visitantes ven a los pingüinos en la costa, donde pasan solo una parte de sus vidas. Regresan a tierra exclusivamente para reproducirse y criar a sus pequeños pingüinos. La reproducción es un tema serio en el mundo de los pingüinos. Eligen a sus parejas por diferentes motivos dependiendo de la especie. Puede ser por el sonido de su canto (un sonido más profundo indica un cuello más grueso con más reservas de grasa), las piedrecitas que ofrecen o el área de anidación que reclaman. Priorizan parejas anteriores, pero no es correcto decir que los pingüinos son monógamos. Si dos aves se reprodujeron con éxito en el pasado, es mucho más probable que lo hagan otra vez. Los adultos buscarán nuevas parejas si una pareja anterior no regresa a la zona de reproducción o las crías no logran echar plumas.
Los machos normalmente llegan a la zona de reproducción primero y reclaman la ubicación exacta donde tuvieron éxito el año anterior. Si bien este lugar está mayormente cubierto de nieve a principios del año, los pingüinos esperan pacientemente. Oscurecen la nieve con guano mientras esperan, lo que aumenta ligeramente la velocidad de derretimiento de la nieve.
Las hembras regresan un poco más tarde, tras acumular grasa adicional para resistir el gasto calórico que supone poner huevos. Si la pareja tiene suerte de encontrarse por otro motivo, renuevan sus vínculos con exhibiciones de cortejo y cantos. La copulación se produce pronto, con el macho parado torpemente sobre la hembra —que se encuentra boca abajo— por un tiempo antes de lograr el acto. Tienen muchas oportunidades, ya que las parejas se reproducen con bastante frecuencia durante este tiempo. Las hembras producen sus preciados huevos poco después, y una nueva cría de pingüino —o dos— emerge en unas pocas semanas (excepto en el caso de los pingüinos emperador, que pasan el invierno con su único huevo).
Una vida peligrosa y frágil espera a la joven ave, pero las que sobreviven a las skúas y gaviotas, reciben alimento suficiente de sus atentos padres y finalizan la incómoda adolescencia de la primera muda se convierten en magníficos pingüinos jóvenes. Los jóvenes pingüinos, que están listos para enfrentar a las focas leopardo que esperan en las aguas superficiales cercanas o la persecución persistente de las orcas, se reúnen en la orilla, a la espera de alguna señal desconocida antes de entrar en tromba al mismo tiempo.
Luego regresan al mar, el hábitat para el que realmente se han adaptado. Si no fuera por la necesidad de poner huevos y criar a sus pequeños en tierra firme nunca veríamos pingüinos fuera del agua. Pueden parecer tontos y limitados al caminar en una playa con tanta dificultad, pero son un ejemplo de una perfecta adaptación a un paisaje duro y despiadado.
Tras resignar el cielo por completo y convertirse en un ave del mar, se han moldeado y han evolucionado para tal fin. Los humanos pueden sonreír al verlos o idolatrarlos, pero el pingüino es un campeón de las condiciones climáticas extremas y merece nuestro respeto.
© Alert Diver - Q1 2023