La aparición de dolor en mi oído izquierdo fue repentina e insoportable. Sabía que algo andaba mal, por lo que agarré la línea de anclaje y dejé de ascender. Mi compañero vio que me detuve y le comuniqué con señas manuales que algo no estaba bien en mi oído y que tenía que hacer una pausa en nuestro ascenso. Esperé unos segundos y pensé que el dolor estaba disminuyendo, así que reanudamos el ascenso una vez más. El dolor volvió inmediatamente.
Le hice señas a mi compañero para indicarle que algo estaba mal y que tenía que volver a descender. Mi cerebro entró en modo de emergencia y el tiempo pareció ralentizarse. Podía sentir la descarga de adrenalina y el aumento de mi frecuencia cardíaca. El dolor disminuyó cuando descendimos algunos metros. En ese momento supe por mi capacitación que se trataba de un bloqueo inverso, aunque nunca había experimentado uno en mis varios años de buceo.
Al igual que con la mayor parte de las situaciones potencialmente peligrosas, el primer paso hacia la seguridad es evaluar las circunstancias. Le hice señas a mi compañero para indicarle que iba a estabilizarme y pasar unos minutos sujeto a la línea de anclaje. Controlé mis indicadores, hice un rápido cálculo mental y me di cuenta de que tenía gas suficiente para permanecer a esta profundidad por otros 15 minutos.
Cerré los ojos por un momento y me concentré en mi respiración y los sonidos del océano. “Estoy bien”, me dije a mí mismo. Mientras mi frecuencia cardíaca disminuía, comencé a pensar en el buceo. No se me ocurrió nada inusual. Era el final de nuestro último buceo del fin de semana y lo habíamos hecho de manera muy relajada, e incluso estábamos finalizado antes de lo normal porque nos sentíamos satisfechos con el viaje y nuestros buceos en ese naufragio.
Habíamos planificado la profundidad, condiciones, equipo y tasas de consumo de aire en superficie (SAC, por sus siglas en inglés) individuales de nuestro buceo y ajustado el tiempo de buceo máximo sobre la base de nuestros buceos anteriores ese fin de semana, lo que nos dejaba un margen de seguridad generoso en nuestros tanques. No había necesidad de desafiar nuestros límites y creíamos que era una manera perfecta de finalizar un excelente fin de semana de buceo.
Después de un par de minutos, empecé a subir lentamente por la línea de anclaje. La presión en mi oído se iniciaba de nuevo periódicamente y cada vez pausaba lo suficiente para que desapareciera. El ascenso se sintió como una eternidad, pero observaba mis indicadores y sabía que estaba en buen estado. Finalmente, llegué a la línea de descompresión y me estabilicé una vez más a 4,6 metros (15 pies). No nos habíamos forzado a realizar un buceo de descompresión, pero como una cuestión de costumbre realizamos una parada de seguridad preventiva antes de ascender el resto del trayecto.
Estaba muy agradecido por mi capacitación. Si no hubiéramos tenido en cuenta nuestras tasas SAC al igual que las reservas para imprevistos podría haber terminado este buceo experimentando un barotrauma grave y una potencial ruptura del tímpano (o peor). Tuve mucho tiempo durante el ascenso para pensar sobre lo afortunado que era por haber recibido una capacitación adecuada sobre cómo calcular mi tasa SAC, responder a emergencias y adoptar prácticas de buceo conservadoras. También estaba agradecido de tener un compañero en quien podía confiar para no entrar en pánico en una situación inesperada, ya que habíamos recibido la misma capacitación.
Cuando regresé a la embarcación y me quité el equipo, toqué con cautela el interior de mi oído con el dedo meñique y vi una gota de sangre. Estaba feliz de estar de vuelta en la superficie, pero aún estaba preocupado por una posible lesión, así que a la mañana siguiente fui a ver a mi médico. Me examinó el canal auditivo externo y se preocupó porque no podía ver mi tímpano, por lo que me derivó a un médico especialista en oídos, nariz y garganta (otorrinolaringólogo) para una evaluación más exhaustiva.
El otorrinolaringólogo confirmó que mi tímpano estaba bien y que el problema era un hemangioma en el canal auditivo externo. También tenía una ligera abrasión causada por un grano de arena o gravilla que había inflamado y bloqueado la mayor parte de mi canal auditivo externo. Cuando mi médico de cabecera me evaluó inicialmente menos de 24 horas después del buceo, el canal estaba un 95 % bloqueado, por lo que no pudo ver más allá de la sangre seca y creyó que había sufrido una ruptura del tímpano.
El otorrinolaringólogo quitó la sangre seca y el hemangioma y mi oído se curó en un par de semanas con los cuidados adecuados. Fui diagnosticado con una disfunción leve de las trompas de Eustaquio, pero fui autorizado para bucear una vez que mi oído sanó completamente. Ese buceo grabó en mi mente para siempre tres simples lecciones de mi capacitación.
Cuando se presenta una situación inesperada, mantenga la calma y no entre en pánico. Como solía decirme uno de mis instructores de buceo, no importa la situación, hay que mantenerse “lento y relajado con una buena técnica”. Si hubiera entrado en pánico e intentado aguantar el dolor para regresar a la superficie, casi con toda seguridad habría experimentado un barotrauma grave y probablemente habría tenido una recuperación más prolongada.
Conozca sus límites y prepárese para las contingencias. Nunca lamento tener gas sobrante en mi tanque al final de un buceo porque nunca se sabe cuándo eso puede determinar si una situación inesperada tiene un resultado positivo o no.
Calcular la tasa SAC es una habilidad que todos los buzos deben tener y practicar. Con la introducción de las computadoras de buceo de aire integrado modernas que consideran el consumo de gas, saber cómo calcular la tasa SAC de cada buceo puede no parecer importante. Pero las computadoras pueden fallar, la configuración puede estar mal y los imprevistos pueden presentarse en cualquier momento. Saber cómo hacerlo usted mismo garantizará que esa información siempre esté disponible y le dará confianza.
Yo tuve que extender mi buceo para responder a una situación inesperada. Estar seguro de cuánto tiempo podía hacerlo de manera segura sin quedarme sin aire disminuyó mi estrés para poder concentrarme en resolver el problema y finalizar el buceo sin incidentes.
© Alert Diver – Q3 2024