Mientras caminaba desde la camioneta hacia la entrada de un punto de buceo en Bonaire, el pie de mi esposa, Deborah, quedó atrapado debajo de una raíz y al liberarse sufrió una hiperextensión de la pierna. Al caer al suelo, exclamó que se había fracturado la rodilla. Pedí ayuda a gritos mientras me arrodillaba para quitarle el equipo de buceo, pero nadie podía oírme debido al feroz viento que soplaba en la isla.
Uno de los amigos con los que buceábamos acababa de ayudar a su mujer a entrar en el agua cuando nos vio acurrucados en la arena. Volvió a la orilla para ayudar a subir a Deborah al camión. Ella no podía apoyar peso en la pierna. Aunque normalmente se mostraba estoica, gimoteó de dolor desde el punto de inmersión hasta el hospital, que estaba a media hora en coche. Cuando llegamos, tres enfermeras la sacaron del camión, la subieron a una camilla y la llevaron a urgencias.
Después de revisar las radiografías y una tomografía computada, el personal del hospital confirmó que se había fracturado la pierna, pero nadie sabía qué tan grave era. Era sábado y el traumatólogo no llegaría hasta el lunes. El personal de la sala de emergencias quería enviarla a casa esa tarde, pero decidieron internarla después de intentar llevarla al baño con muletas, momento en el que comenzó a vomitar y a sudar profusamente.
Llamé a DAN en cuanto pude para informales lo que había sucedido. Permanecieron en contacto conmigo el sábado y el domingo mientras esperábamos que el traumatólogo regresara.
El lunes, el traumatólogo dijo que había que operar la rotura, pero le preocupaba no disponer de las tuercas, tornillos y placas necesarios en Bonaire. Consideramos la posibilidad de ir a Aruba, pero en nuestra consulta con DAN quedó claro que evacuar a Estados Unidos era la única opción viable.
DAN organizó el vuelo médico, el hospital y el cirujano en Florida. Salimos en un pequeño avión a mediodía y aterrizamos en un aeropuerto privado de Fort Lauderdale. Tras pasar sin problemas el control de aduanas e inmigración, subimos a una furgoneta de transporte que nos estaba esperando para llevarnos al hospital. Pasamos sólo 45 minutos en urgencias antes de que Deborah pasara a una habitación privada donde pude quedarme con ella. El personal nos dio algo de comida porque no habíamos comido desde el desayuno, y eran cerca de las 7 de la tarde. Los cirujanos querían operar la noche que llegamos, pero pospusieron la operación hasta el día siguiente, ya que Deborah tenía ahora comida en el estómago. Mientras tanto, DAN seguía en contacto conmigo, llamándome todos los días.
Después de nueve días en el hospital, Deborah fue trasladada a un centro de rehabilitación cercano por dos semanas. Cuando fue dada de alta para ir a un centro de enfermería cerca de nuestra casa para su rehabilitación, en DAN organizaron y pagaron nuestro vuelo de Fort Lauderdale a Hartford, Connecticut, y adquirieron cuatro asientos para nosotras porque Deborah debía tener la pierna elevada. Llegamos al aeropuerto y descubrimos que nuestro vuelo había sido cancelado. Volví a llamar a DAN, y nos consiguieron cuatro asientos en un vuelo a Providencia, Rhode Island, cinco horas después de nuestro vuelo original. Tomamos un transporte de la empresa Lyft desde Providencia hasta el centro de enfermería.
En DAN se mantuvieron en contacto conmigo todos los días hasta que regresamos a Connecticut y yo me sentí lo suficientemente cómoda como para que dejaran de llamar. Después de dos semanas en el centro de enfermería especializada, Deborah regresó a nuestra casa.
DAN lo cubrió todo excepto mi hotel, el alquiler del coche y la comida mientras Deborah estaba en rehabilitación en Florida. Incluso cubrieron una rampa para silla de ruedas instalada profesionalmente y una enfermera privada para la primera semana de Deborah en casa cuando yo estaba fuera de la ciudad, nada de lo cual cubriría Medicare.
El apoyo emocional y físico que recibí de DAN fue inestimable. No podría haberlo hecho todo yo sola. Encontraron un cirujano excelente y un hospital de primera categoría para Deborah. Pagaron el avión medicalizado, la tripulación, el transporte médico terrestre, los viajes en Lyft y la parte del seguro médico de Deborah que no cubría la estancia en el hospital de Bonaire. Los representantes del servicio de atención al cliente de DAN fueron rápidos, profesionales y amables.
Estaré siempre en deuda con DAN y tengo pensado seguir pagando las primas de nuestra cobertura contra accidentes de buceo de DAN incluso después de dejar de bucear.
© Alert Diver - Q1 2023