COMO OFICIAL DE VIDA SILVESTRE, paso incontables horas en el agua. Como instructor de la Asociación Nacional de Instructores Submarinos (National Association of Underwater Instructors, NAUI), también he pasado mucho tiempo enseñando y buceando. Un día de verano mientras patrullaba en un gran lago, advertí a un grupo colocándose los equipos para hacer un buceo desde una embarcación en una parte más profunda, a aproximadamente 24 metros (80 pies). Me acerqué a ellos con cuidado para preguntarles sobre su buceo.
Los cuatro buzos tenían pensado practicar técnicas de búsqueda y rescate. Todos tenían equipo similar: trajes secos, máscaras que les cubrían toda la cara y cilindros de aluminio de 2,3 metros cúbicos con botellas tipo "pony” adheridas. El grupo estaba probando su unidad de comunicación, y todo parecía estar bien, así que les dije que estaría cerca si necesitaban algo. Dos buzos descendieron, uno se quedó en la superficie como buzo de seguridad y el cuarto permaneció en la embarcación como asistente de buceo.
Mi compañero y yo continuamos con nuestras tareas. Cuando regresamos a las inmediaciones, podía oír el altavoz de la unidad de comunicación de la embarcación en la superficie del lago, y los dos buzos informaban presiones de aire a medida que ascendían. Uno de ellos estaba a 24 metros (80 pies) con 500 libras por pulgada cuadrada (psi). Hice un cálculo rápido en mi mente y me di cuenta de que algo malo iba a suceder —no tenía suficiente aire para ascender de manera segura, y mucho menos realizar una parada de seguridad—. Inmediatamente le pedí a mi compañero que nos llevara hacia la embarcación de manera prudente pero tan pronto como fuera posible.
Un minuto después de acercarnos a su embarcación, un solo buzo salió apresuradamente a la superficie sin su máscara facial, gritando desesperadamente que su compañero necesitaba ayuda. El buzo de seguridad descendió de inmediato para localizar y ayudar al buzo que aún estaba a profundidad. El grupo que estaba en la superficie entró en pánico enseguida. El asistente estaba intentando subir al primer buzo a la embarcación, pero éste no podía recuperar el aliento ni controlarse y no quería salir del agua y dejar a su compañero bajo la superficie.
Salté a su barco para ayudar al asistente mientras mi compañero alejaba nuestra embarcación y pedía más ayuda por radio. Una vez que subimos al primer buzo al barco, nos contó que el segundo buzo se había quedado sin aire durante el ascenso. El primer buzo intentó compartirle su fuente de aire alternativa al segundo, pero él no quiso agarrarla. Por el contrario, el segundo buzo entró en pánico y agarró la máscara facial del primero, se la arrancó de la cabeza e intentó usarla. Estaban aproximadamente a mitad de camino de la superficie. El primer buzo no podía ver ni respirar sin su máscara, por lo que se dirigió a la superficie a toda velocidad mientras el segundo se hundió nuevamente hasta el fondo.
La situación empeoró de inmediato. Mientras el primer buzo terminaba de explicar lo que había sucedido, el buzo de seguridad salió a la superficie del lago violentamente lejos de la embarcación, sin su máscara facial y con una mirada de absoluto terror. Era evidente que tenía problemas para recuperar el aliento y también se había dirigido a la superficie a toda velocidad desde la profundidad del lago.
Mi compañero se acercó al buzo de seguridad con nuestro barco de patrulla de inmediato, lo sacó del agua y rápidamente lo trajo donde estábamos nosotros. Mientras intentábamos calmar al aterrado grupo y evaluar la situación, un buque de bomberos local que tenía oxígeno para emergencias llegó al lugar. Les administré oxígeno a ambos buzos rápidamente. Sin tener idea de si alguno de ellos había sufrido alguna lesión relacionada con el buceo, sabía por mi capacitación que suministrarles oxígeno era el mejor procedimiento a seguir.
Teníamos dos buzos posiblemente accidentados recibiendo asistencia inmediata y un buzo desaparecido. Se hizo evidente que la situación se convertiría en un buceo de recuperación, no un rescate. Marcamos nuestra ubicación y, a continuación, más ayuda llegó al lugar. El personal médico trasladó a los dos buzos por aire al centro de trauma más cercano. Más tarde me enteré de que el primer buzo no había sufrido lesiones graves y que se había recuperado por completo, pero el buzo de seguridad tenía agua en los pulmones y una larga recuperación por delante. Había localizado al segundo buzo inmóvil en el fondo, pero había tenido un problema con su máscara facial y esta se había llenado de agua, y luego él se la había arrancado de su propia cara en un ataque de pánico y se había dirigido a la superficie a toda velocidad.
Lamentablemente, cuando los miembros del equipo de buceo de rescate local llegaron al lugar debieron tomar la decisión de esperar hasta la mañana siguiente para recuperar el cuerpo del segundo buzo. Las aguas eran profundas, con tres termoclinas y visibilidad casi nula a profundidad. A la mañana siguiente, el equipo de rescate local hizo un buceo y recuperó el cuerpo del segundo buzo del fondo del lago.
Fue un evento lúgubre, ya que descubrimos que el segundo buzo no había intentado usar su botella tipo "pony”. Aterrorizado, el buzo escogió la opción disponible más rápidamente: la máscara facial de su compañero. También tenía demasiado peso para su configuración del equipo y composición corporal, lo que hizo que se hundiera hasta el fondo y se ahogara al intentar seguir a su compañero hacia la superficie.
Este incidente fue trágico, pero podría haberse evitado. Tanto el primer buzo como el buzo de seguridad entraron en pánico y casi se ahogaron en el proceso. Ambos estuvieron en riesgo de sufrir una enfermedad por descompresión o un embolismo arterial gaseoso debido a sus ascensos rápidos y no controlados, pero afortunadamente eso no sucedió.
La rápida respuesta de emergencia que incluyó la administración de oxígeno para emergencias fue importante, y ambos buzos tuvieron la suerte de tener esta intervención oportuna. El segundo buzo no gestionó su consumo de gas de manera adecuada y entró en pánico cuando se quedó sin aire, por lo que intentó tomar la máscara facial de su compañero en lugar de su propia botella tipo “pony” que estaba llena.
Este incidente muestra la importancia de comprender nuestra velocidad de consumo de aire y planificar nuestros buceos con ella en mente. Los buzos deben practicar técnicas de uso compartido de aire y el uso de sistemas de mezclas respiratorias redundantes al punto que se vuelvan algo natural. Y todas las personas involucradas en un buceo deben estar familiarizadas con los procedimientos de emergencia y tener un plan de acción de emergencia definido para saber qué hacer si algo sale mal.
El pánico es un verdadero buitre que se apodera de nosotros, y no debemos darle lugar. La práctica y la planificación pueden no evitar que un incidente ocurra, pero pueden ayudarnos a no entrar en pánico e impedir que una situación peligrosa se vuelva fatal.
© Alert Diver - Q3 2023