LA PREGUNTA QUE NOS HACEN CON MÁS FRECUENCIA sobre nuestros años de viajes de buceo se refiere a nuestro punto de buceo favorito. Este puede ser un tema delicado, en especial al visitar un centro turístico cuando hay miembros de la gerencia o el personal cerca. Indefectiblemente respondemos: “donde estamos buceando ahora”.
Aunque nuestra respuesta es políticamente conveniente, encierra un mensaje. Explicamos cómo cada destino tiene una población de animales distintiva que fluctúa con el tiempo. Si bien muchas especies son comunes en otros lugares, invariablemente hay algunos animales locales raros por los que vale la pena la visita, incluso especies endémicas sumamente preciadas que se han adaptado para no vivir en ninguna otra parte.
Para nosotros, el buceo y los viajes van de la mano. En cada destino todo se trata de rastrear, observar y documentar fotográficamente a los habitantes más hermosos, extraños y totalmente improbables del mar. Al igual que todos los buscadores de criaturas, nos sentimos irresistiblemente atraídos por las cosas dramáticas y compartimos un eterno interés por lo arcaico. Los agradables quehaceres diarios del comportamiento animal, principalmente sus extraordinarias estrategias de adaptación para el éxito de la supervivencia y la reproducción, son igualmente fascinantes. Además, siempre estamos buscando especies que representen mejor la magia creativa de la selección natural —el foco principal de nuestra fascinación—.
En este momento de la conversación, Ann y yo normalmente admitimos que tenemos un destino favorito. Y al igual que todos los buzos enfocados en los animales que han tenido la suerte de haber explorado el legendario estrecho de Lembeh de Indonesia —nuestra principal zona de búsqueda durante el último cuarto de siglo— nos deleitamos con el entusiasmo de los niños al describir las maravillosas criaturas que hemos encontrado allí.
Muchas cosas han cambiado y muchas otras siguen iguales desde nuestra primera visita a Lembeh en 1999, cuando las dos docenas de buzos de nuestro grupo, mayormente recién llegados a la región Asia-Pacífico, llegaron con cara de sueño y tambaleantes al aeródromo de Manado. Lo poco que sabíamos del lejano destino provenía de rumores y una dispersión de fotos de algunos animales impresionantes.
Decidimos apostar a viajar del otro lado del mundo después de una interesante conversación en una exposición comercial con Larry Smith, un director de buceo de un nuevo centro turístico en el estrecho. Con la efervescencia de un maestro de ceremonias de Barnum and Bailey, el tejano nómada describió Lembeh como “un panal de miel dentro de un panal de miel de biodiversidad marina”.
Esta descripción era la manera astuta y casera de Larry de explicar que el modesto canal de 16 km (10 millas) que separa las laderas selváticas de la isla de Lembeh del atestado puerto marítimo de Bitung en Célebes representaba, en su no tan humilde opinión, la zona cero de criaturas marinas icónicas que habitan el Triángulo de Coral. Este epicentro global de biodiversidad marina se extiende al norte de Filipinas y al este de las Islas Salomón. Se ha documentado que la vasta región tropical alberga más especies de corales duros y blandos, peces, tortugas, caracoles, almejas, calamares, pulpos, camarones, cangrejos y todos sus camaradas que cualquier otro lugar de la Tierra.
Cuando nuestro desaliñado grupo subió esa noche al autobús para recorrer un tedioso último tramo obstaculizado por baches por el istmo noreste de Célebes teníamos muy poca idea de que nuestra apuesta tendría un resultado tan maravilloso.
El centro turístico en la ribera de una pequeña bahía bajo un dosel de cocoteros era una maravilla. Lamentablemente, el lugar de construcción no había sido elegido por su proximidad con puntos de buceo en arrecifes de clase mundial, aunque focos de corales adornan gran parte de las aguas superficiales y se vuelven cada vez más prolíficas hacia la abertura norte del estrecho.
Cuando Larry llegó a mediados de la década de 1990 para capacitar a grupos de jóvenes lugareños como guías de buceo, el plan era atraer clientela haciendo publicidad del desfile de mantas, delfines, ballenas piloto y tiburones ballena que migraban a través del estrecho pasaje desde el océano Pacífico hacia el mar de las Molucas. Pero los animales migratorios de Lembeh fueron eliminados de la faz de la Tierra en 1996, cuando intereses pesqueros extranjeros colocaron redes gigantes ilegalmente en ambos extremos del estrecho pasaje durante 11 meses. Para Larry, su incipiente equipo de buceo o el centro turístico no había plan B.
Mientras los reclutas de Larry continuaban perfeccionando sus habilidades submarinas en el aburrido terreno, advirtieron una población significativa de criaturas inusuales estableciendo su hogar en las aguas superficiales del arrecife y en las laderas costeras. Muchas especies extraordinarias se entierran debajo del sedimento blando, cavan madrigueras, recurren al camuflaje y utilizan el mimetismo y otras estrategias simbióticas que desafían la imaginación para sobrevivir en un fondo abierto con pocos hoyos naturales donde ocultarse.
Larry sabía a partir de aventuras de buceo deportivo anteriores en Indonesia que las aguas superficiales del océano albergaban una colección oculta de criaturas marinas excéntricas, pero nunca había imaginado que estas criaturas tan cautivadoras existían en alguna parte en las cantidades y con la diversidad que sus guías encontraban en cada buceo en Lembeh. Tampoco podía comprender la pasión explosiva relacionada con el avistamiento de formas de vida extrañas y rara vez vistas en estado salvaje hasta que hizo una excursión de buceo en lodo a Ambon con amigos amantes de las criaturas.
A su regreso, Larry comenzó a tomar nota de los talentos de sus estudiantes para localizar los organismos más pequeños, los que la naturaleza diseñó para no ser encontrados. También tenían paciencia, determinación y amor por la búsqueda y estaban genuinamente encantados de complacer a los visitantes. Pronto decidió convertir a su equipo de buceo en guías naturalistas que pudieran encontrar y señalar animales interesantes y comprender su naturaleza. El equipo agregó guías de campo en formación a un atestado plan de estudios con lecciones de seguridad en el agua, reparación de reguladores e inglés. La búsqueda de criaturas se convirtió en el muy necesario plan B del centro turístico, y el buceo en lodo en el estrecho se volvió todo un éxito casi de la noche a la mañana.
Cuando nuestro grupo llegó a Lembeh Larry se había ido. Nos dijeron que se había ido a “conquistar Raja Ampat desde una embarcación de vida a bordo”. Dejó un legado para Lembeh, el triángulo de Coral y los cazadores de criaturas en todas partes. Los fotógrafos y turistas que visitaban el lugar ya no estaban obligados a depender de sus propios ojos, normalmente impacientes e inexpertos, que con demasiada frecuencia detectaban muy poco o nada. Nuestro grupo encontró al equipo de Larry listo y apto para llevarnos en la aventura de buceo de 40 buceos en 10 días de nuestros sueños.
Para ambientar la escena de Lembeh es fundamental entender que el estrecho es conocido por la presencia de lodo y criaturas extrañas, no por su belleza. Tener en claro lo que implica el buceo sobre fondos inhóspitos y oscuros, que dominan muchos de los mejores puntos, puede ser difícil. Eso fue especialmente cierto para nuestro grupo, que estaba acostumbrado a arrecifes de coral coloridos con llamativos peces desplazándose de un lado a otro.
Y también está el problema de la basura: zapatos y ropa, bolsas plásticas y baldes, botellas, latas y otros esperpentos pueden ser desconcertantes. La mayor parte del caos está cerca de Bitung, donde baja por las calles y hacia el canal marítimo durante aguaceros, un problema común que comparten muchos destinos de buceo metropolitanos. A pesar de lo poco atractivos que son los desechos, al menos los pequeños moradores del fondo los aprovechan. Pulpos, gobios, cangrejos y peces globo a menudo toman posesión de latas, ollas o cáscaras de coco como refugio.
Un banco de nubes oscuras cubría el cielo sobre Lembeh esa primera mañana inestable cuando dejamos atrás el muelle del centro turístico. Éramos ocho buzos en cada embarcación, con cuatro buzos por guía, y nos dirigíamos hacia el norte a un punto de buceo en una bahía en el lado de arena negra del estrecho que se conoce desfavorablemente como Hairball, (bola de pelos). A la cuenta de tres, nos lanzamos de la lancha sobre un área de zostera superficial. Las burbujas apenas tuvieron la posibilidad de despejarse antes de que comenzáramos a seguir las aletas del guía mientras desaparecían por una lóbrega ladera de arena volcánica.
Una pequeña cantidad de esponjas y peces insulsos era todo lo que rompía la sucia monotonía. No había aparecido nada gratificante, agradable ni interesante hasta que nuestro guía encontró el primer animal de cuento de hadas del día. Había dos pejesapos rayados del tamaño de un puño enclavados dentro de una depresión de arena. Cada uno de nosotros se asombró ante una de las criaturas marinas más encantadoras que habíamos visto. Con el primer avistamiento victorioso, entramos en un modo de búsqueda de tesoros justo cuando el guía nos hizo señas con la luz de mano en la oscuridad a la distancia. Nos desplazamos como una jauría de sabuesos felices que no desearía estar en ningún otro sitio.
Después de ese primer buceo nunca miramos atrás. El novedoso destino proporcionaba justo lo que Anna y yo necesitábamos —fácil acceso a lo que Larry llamaba “un panal de miel de animales”, mares fiablemente tranquilos y la llave mágica para todo: guías de buceo—. Sus talentosos ojos nunca dejaron de sorprendernos. Con frecuencia nos asombrábamos más ante su capacidad para encontrar un animal que frente al animal en sí.
Cuando un buen guía y la buena suerte se unían, el buceo se convertía en una aventura inolvidable y de alto octanaje con varios avistamientos de animales de libro de cuentos. Nadie quería salir del agua después de una hora. La única motivación era un fuerte deseo de compartir la emoción que sentíamos con nuestros amigos en la embarcación. Todavía recuerdo esos días con cámaras de película de 36 exposiciones cuando los fotógrafos debían racionar las imágenes por la preocupación de volver a sumergirse bajo la embarcación y descubrir a una sepia extravagante o un adornado cabracho de Ambon que se había materializado milagrosamente de la nada.
No hay nada garantizado en la naturaleza ni el estrecho; el éxito a menudo depende del tiempo que pasamos bajo el agua. Muchos de los animales que buscamos son difíciles de encontrar, incluso en los mejores momentos. Si bien algunas de las especies más buscadas van y vienen con las estaciones, otras —como los pulpos de anillos azules y peludos, peces pipa fantasma y los pequeños y adorables gobios dorados que ponen sus huevos en botellas— solo pasan temporalmente para reproducirse. Hasta los nudibranquios prefieren las aguas un poco más frescas del verano. Algo que está fuertemente entramado en la estructura caleidoscópica de una de las comunidades de fauna más celebradas de la Tierra son los posibles honores que usted y su guía pueden obtener si llegan a descubrir y fotografiar una especie completamente inesperada, posiblemente sin nombre y desconocida para la ciencia. Sucede cada año.
Deslumbrados por el éxito de nuestra primera visita, regresamos a Lembeh para una estadía más prolongada al año siguiente y reservamos otro viaje para el posterior. El estrecho se convirtió en nuestro hogar lejos de casa. Los guías, que ya eran amigos y confidentes, siempre tenían algo nuevo para mostrarnos. Durante los primeros días dedicamos nuestro tiempo bajo el agua a fotografiar peces para un libro de identificación. Más tarde pasamos a los invertebrados e iniciamos una búsqueda de tres años de todo tipo de invertebrados nuevos de la naturaleza para un volumen complementario.
Hemos hecho muchos descubrimientos excepcionales con los guías, pero hasta el día de hoy no puedo sacarme de la cabeza uno que hicimos con Ben Sarinda durante nuestros años de búsqueda de invertebrados. Su magia entró en juego hacia el final de dos buceos nocturnos consecutivos en Nudi Falls. Ben y yo nos desplazábamos lentamente por la ladera para investigar un derrumbe de rocas al frente de la pared costera de 9 metros (30 pies) suntuosamente cubierta conocida por ocultar criaturas enigmáticas. La luz parpadeante de Ben que se desplazaba por la ladera era más rápida de lo habitual, y llegué a su lado en segundos. Mis ojos siguieron con ilusión su dedo extendido hacia lo que parecía ser una ocurrencia tardía de una pequeña concha marina espiralada conocida como cerith.
Giré y me alejé nadando sin volver a mirar. No había avanzado demasiado cuando sentí un tirón en mi aleta. Era Ben, con los ojos más abiertos de lo normal, señalando hacia la concha. Eché un vistazo a la concha y capturé una imagen para seguirle la corriente. De regreso en la embarcación, Ben estaba bailando. “¿Obtuviste la imagen?”, balbuceó mientras yo subía la escalera.
"¿Qué imágen?" Pregunté.
“El camarón, ¿capturaste el camarón?”
"¿Qué camarón?"
"En la esponja".
“¿Quieres decir la concha?”
"¡No, es un camarón!"
Y así estaban las cosas hasta que Ben y yo, nuevamente en la veranda una hora más tarde, analizamos la imagen descargada en cuestión. Ben golpeaba enfáticamente la concha en la pantalla de la misma manera que lo había hecho bajo el agua. Esta vez señaló cuidadosamente patas alargadas de color naranja, un ojo redondo rojo y dos matas de antenas que se asomaban del caparazón de un camarón, todo perteneciente a un camarón de concha mimética, Vercoia interrupta, descubierto recientemente que había sido descrito científicamente en 2004, cuatro años antes de nuestro hallazgo.
El descubrimiento nos hizo regresar continuamente a Lembeh, como hicimos en diciembre de 2022 después de una pausa de dos años por el COVID-19. Extrañábamos estar bajo el agua y la camaradería de los guías, que también habían pasado un tiempo a la buena de Dios. Solo pensábamos en cómo podrían haber cambiado las cosas mientras bajábamos del avión hacia una flamante terminal nueva en Manado, seguido de un traslado por los istmos mucho más suave gracias a una autopista hacia Bitung construida recientemente. Tal como se esperaba, la ciudad portuaria había seguido expandiéndose a lo largo del estrecho, pero todo lo demás se veía muy similar.
Los primeros tiempos son cosa del pasado, esos días donde todo lo que encontrábamos en el estrecho era nuevo, extraño y merecía una larga mirada y al menos una docena de fotogramas de película. Como nos hemos vuelto cada vez más selectivos a lo largo de los años, estamos forzados a buscar más atentamente, por más tiempo y de manera más inteligente para descubrir y fotografiar los animales súper enigmáticos y de lo más extraños que quedan en nuestra aún extensa lista de especies más buscadas.
Consideramos que los animales son el arte de nuestra fotografía y videografía. La diversión proviene de encontrarlos y descifrar cómo acercarnos lo suficiente para capturar una imagen que le haga honor a una especie. Como siempre, cuanto más extraordinario o inesperado sea un avistamiento, más excitante será el juego.
Lembeh está plagado de sus célebres pulpos mimo, wunderpus, de coco y de anillos azules, peces sapo de toda índole, peces pipa fantasma, peces mandarín, miracielos, nudibranquios en abundancia, mantas mobula, caballitos de mar pigmeos, cangrejos portadores y camarones alga. Como siempre, había mucho para ver, pero esta vez concentramos nuestros esfuerzos bajo el agua en fotografiar a algunas criaturas específicas.
Empezamos magníficamente y encontramos a un Melibe nudibranquio fantasma, una especie con un cuerpo que evoca el hilorama —o arte de cuerdas—, que hemos estado buscando por 20 años. También pasamos tiempo con meros carpinteros y luego continuamos con un bocón enano no descrito brincando por amor, seguido de un raro gobio con bigotes y completamos nuestra bonanza con un gusano de la luna —una criatura clásica de Lembeh con un carismático aspecto de Looney Tune—. Looney Tunes mira.
El hecho de que un gusano tan extravagante escapara a la atención de tantos ojos por tantos años nos desconcertaba, en especial después de que Fandy Sangi, nuestro guía durante la estadía, nos llevara a seis madrigueras recientemente descubiertas. Los tubos flexibles sobreelevados de polímeros hilados que los propietarios de las madrigueras ocultan se alzan modestamente sobre el suelo de arena poco profundo. De hecho, la falta de notoriedad de los gusanos escondidos está íntimamente relacionada con sus hábitos nocturnos y su aversión a la luz de cualquier tipo. Cada noche, mucho después de la puesta del sol, los ojos inquisitivos de los gusanos carnívoros se elevan hasta nivelarse con un orificio terminal que se abre solo por la noche. En el instante en que alguna luz se acerca, el gusano desaparece. Después de que los gusanos nos superaran en inteligencia en numerosos intentos de capturar su retrato, finalmente tuvimos éxito.
Fandy, desde luego, concibió la estrategia ganadora, que requería un equipo de dos personas sin ningún tipo de luz. Arrodillados uno al lado del otro en la oscuridad junto a una madriguera, Fandy filtró su haz de luz roja entre sus dedos apenas lo suficiente para iluminar la entrada vacía, lo que me permitió preenfocar. Esperamos un largo rato hasta que la visión extraordinaria de Fandy detectó un difuso contorno de ojos enormes emergiendo. Con su palmada en mi hombro, me incliné hacia adelante y fotografié a ciegas.
La oportunidad de desplazarnos a la deriva en las aguas costeras de Lembeh en la oscuridad de la noche mientras la gente que estaba en el centro turístico bebía un segundo cóctel tuvo un papel importante en la razón por la que regresamos al estrecho en esta oportunidad. Íbamos en busca de la diminuta larva pelágica de los peces e invertebrados adultos que hemos documentado por años. Y sucedió exactamente lo que esperábamos: otra bonanza de Lembeh con pámpanos poslarvales arremolinándose, crías de peces pipa con forma de dragón, peces cocodrilo de 15 mm (media pulgada), un pulpo de largos brazos que atravesaba nuestras luces y un argonauta viajando sobre una medusa no tan feliz.
El infinito panorama de posibilidades bajo el agua del estrecho nos permite seguir creyendo en cuentos de hadas. ¿Qué más podemos agregar además de que Lembeh es nuestro destino de buceo favorito? AD
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Descubra más de lo que le espera en Lembeh en esta galería y vídeo adicionales.
© Alert Diver - Q3 2023