Al parecer, las condiciones eran excelentes para realizar un buceo de entrenamiento del personal en Fort Lauderdale, Florida. Las olas tenían entre 60 y 90 cm (2 y 3 pies), el sol brillaba y la temperatura del agua era de 29 °C (84 °F). Los divemasters e instructores, personal del Programa de Buceo Académico de la Universidad de Nova Southeastern (Nova Southeastern University Academic Diving Program, NSUADP), se reunieron para escuchar el informe de seguridad. “Nuestro objetivo de hoy es reducir la producción de dióxido de carbono”, le informé a mi equipo mientras todos se inclinaban ansiosamente para obtener una mayor explicación.
Cada semestre 20 divemasters e instructores, personal de NSUADP, entrena en entornos que frecuenta habitualmente —piscinas, lagos, playas y buceos desde barcos chárter. Las situaciones de entrenamiento son tan realistas como sea posible para que cada miembro del personal se vaya del entrenamiento más seguro de sus habilidades. Este desarrollo profesional permite afianzar una sólida cultura de seguridad en la organización.
El buceo de entrenamiento de ese día era especial de una manera diferente —nos sumergiríamos a gran profundidad. Debido a la profundidad objetivo de aproximadamente 37 metros (120 pies), no había ninguna situación sorpresiva, solo una tarea familiar y un objetivo. Bajaríamos por la línea descendente atada a un naufragio, donde cada buzo haría un intercambio de máscaras con su compañero con una flotabilidad neutra. Después del intercambio, el buceo finalizaría con un ascenso adecuado con una parada de seguridad.
El objetivo de este buceo de entrenamiento era realizar el intercambio de máscaras y mantener la producción de dióxido de carbono (CO2) al mínimo. Para realizar la tarea, los buzos debían tener eficacia en sus movimientos bajo el agua y mantener un ajuste fino, un uso de lastre y un posicionamiento apropiados durante la ejecución de la habilidad para evitar luchar contra la corriente.
Al estar en actividad, el cuerpo utiliza más oxígeno y produce más cantidad de CO2. Esto da lugar a un aumento de la frecuencia respiratoria, lo que, a su vez, reduce la cantidad de tiempo que un buzo puede estar bajo el agua. Si los niveles de CO2 aumentan demasiado, el buzo puede experimentar fatiga, agotamiento, ansiedad y una sensación de falta de aire. La presencia de niveles de CO2 elevados a la larga puede provocar hiperventilación, pánico, un ascenso rápido e incluso una pérdida del conocimiento y convulsiones.
Después de explicarles el plan de buceo y el objetivo, alenté al personal a visualizar varias versiones del buceo que incluían una visibilidad y una corriente tanto buenas como malas. Visualizar condiciones poco favorables ayuda a preparar a los buzos para enfrentar esas condiciones sin ninguna sorpresa.
El buceo
El divemaster del barco chárter subió por la escalera de buceo y brindó el informe de seguridad a nuestro equipo. “Hay una fuerte corriente norte en la superficie y es consistentemente fuerte durante todo el trayecto hasta el naufragio”, afirmó. Les recordé a todos que continuaran visualizando una fuerte corriente y que deslizaran una mano tras otra por la línea, sin dejar de controlar su respiración.
Desde la plataforma de buceo podía darme cuenta de que la corriente era en efecto fuerte gracias al marcado ángulo de la línea de descenso. Me golpeó en cuanto ingresé al agua y me lanzó hacia atrás, por lo que aumenté mi aleteo y metí la cabeza para lograr una posición hidrodinámica e impulsarme con fuerza hacia la línea. Para el momento en que logré alcanzarla ya estaba sin aliento.
La combinación de la intensa acción de las olas y la gran bola flotante en mi camino me impidieron advertir a los demás que debían aletear enérgicamente y lograr un ajuste fino apenas ingresaran al agua. Mientras descendía hasta los 6 metros (20 pies), alcé la vista reiteradamente para controlar a los miembros de mi equipo. Pude ver como uno a uno luchaban como yo lo había hecho. Cada vez que giraba la cabeza mi máscara era tironeada y se producía una filtración. Recuerdo pensar “esto es por lo que preparamos a nuestros estudiantes para que puedan desempañar la máscara tanto con una mano como con dos”. Giré de espaldas para no perder de vista a mi equipo, mientras sostenía mi máscara con una mano para mantenerla en su lugar y con la otra agarraba la línea con firmeza.
Los buzos estaban perfectamente organizados y separados en la línea, pero sus brazos estaban casi rectos. También estaban desempañando sus máscaras constantemente y sosteniéndolas. Había grandes nubes de burbujas detrás de cada buzo. En ese momento me di cuenta de que estaba respirando de modo mucho más intenso de lo normal, por lo que ya estábamos experimentando niveles de CO2 altos a pocos minutos de ingresar al agua y a una profundidad de tan solo 6 metros (20 pies). Detenernos para recuperar el aliento no lo solucionaría, ya que la corriente sería así de intensa hasta el naufragio. Era hora de olvidarnos del objetivo y suspender el buceo.
Suspensión del buceo
Me dirigí a mi equipo y les hice una clara seña con el pulgar hacia arriba. Todos hicieron la misma seña al unísono y comenzaron a enfrentarse a una serie de desafíos inesperados. En orden inverso desde el instructor que estaba más cerca del barco, debían nadar desde la línea hasta la plataforma de buceo. Aun a solo 2 metros (7 pies), nadar en la corriente era tremendamente difícil. Sin una perfecta sincronización, nos arriesgábamos a salir debajo de la embarcación y posiblemente tocar el timón o las hélices.
El primer instructor llegó a la escalera, pero tuvo que luchar para sostenerse mientras sus pies eran arrastrados debajo de la popa. Finalmente, usó todas sus fuerzas y logró subirse a la escalera. La corriente lo empujaba contra los peldaños, mientras él luchaba contra la implacable presión. Los dos divemasters que se encontraban en la embarcación estaban de rodillas en la plataforma y sostenían al instructor firmemente mientras ascendía.
Lo que debía haberle tomado a cada persona solo 30 a 45 segundos —nadar hasta la escalera, quitarse las aletas y subir— en cambio, les tomó dos o tres minutos. Observamos cómo todos se esforzaban por volver a subir a la embarcación. La situación no era segura. Pero como yo había sido el primero en ingresar, era el último que quedaba en la línea y no podía simplemente sacar la cabeza y preguntarle al capitán si podíamos soltarnos y desplazarnos a la deriva. Además, esa situación inmediatamente trajo otras preocupaciones a mi mente. ¿Plantearía una serie de nuevos desafíos y riesgos? ¿Cómo podíamos soltarnos de manera segura y no desplazarnos involuntariamente debajo del barco?
Cuando finalmente llegué a la superficie, mi cabeza se balanceaba con cada ola. Podía ver cómo el capitán y los divemasters ayudaban al buzo que estaba en la escalera. Un divemaster estaba acostado sobre su estómago con los brazos debajo de la plataforma, ayudando al instructor que estaba antes que yo. Cuando una gran ola lo alcanzaba, la cabeza del divemaster quedaba bajo el agua. Como era su deber, sostenía con diligencia al buzo que estaba a su cuidado.
Cuando la escalera estuvo disponible, solté la línea y nadé hacia ella. Mi colisión con los peldaños de metal fue dura. Aplastado contra la escalera y moviéndome en cámara lenta, pensé en cada miembro del personal que había estado antes que yo y cómo también habían luchado allí. Cuando logré subir, me di cuenta de la debilidad de mis manos tras haber estado agarrado de la línea por tanto tiempo. Escuché el sonido agudo que provenía de mi regulador y me di cuenta de la intensidad con la que estaba respirando.
Una vez que estuve nuevamente en mi asiento, me desplomé agotado. Miré a mi alrededor para controlar a cada uno de los miembros del equipo. Todos estaban allí, con la boca abierta, inclinados hacia adelante y respirando con dificultad. Pocas palabras además de un ocasional “¡guau!” o algo más animado interrumpían la intensa respiración. Poco tiempo después, las historias sobre lo difícil que había sido regresar a la embarcación comenzaron a escucharse, y era el momento perfecto para proporcionar un informe a mi equipo y la tripulación del barco.
Lecciones aprendidas
Como buzo profesional experimentado, he buceado en corrientes de todo tipo. La corriente de ese día no era la más fuerte a la que me había enfrentado, entonces ¿por qué habíamos tenido que suspender el buceo?
Durante nuestro informe nos dimos cuenta de que aunque el divemaster sabía que la corriente era fuerte, había considerado que se trataba de un barco chárter privado y que solo estaban nuestros divemasters e instructores. Todos tenían el talento y las aptitudes que se necesitaban para realizar el buceo según su evaluación, y estaba en lo cierto. Pero no sabía cuál era nuestro objetivo para el buceo.
También nos dimos cuenta de que no habíamos comunicado de forma proactiva los procedimientos para suspender el buceo. Suspender un buceo no es tan sencillo como simplemente hacer una seña con el pulgar hacia arriba. Hay pasos que deben seguirse después de hacer la seña para cancelar un buceo. El informe de seguridad debe abordar estos procedimientos, y cuanto mayor sea el riesgo potencial del buceo, más atención se deberá prestar a los detalles de los procedimientos y el informe de seguridad para que la suspensión de un buceo se lleve a cabo de la manera más segura posible.
Era importante que todos reconocieran por qué nunca habíamos tenido un problema como este. La embarcación de buceo normalmente se engancha a un naufragio y amarra la línea de descenso a una de las cornamusas traseras. Esa posición hace que sea más fácil para los buzos ingresar al agua desde la plataforma de buceo y que puedan agarrarse de la línea de descenso rápidamente. Una vez que todos los buzos están dentro del agua, la tripulación mueve la línea a la proa. En ese momento, el barco da la vuelta para que cuando los buzos salgan a la superficie floten hacia la parte posterior del barco, agarren la línea estabilizadora y tiren de ella para subir a la escalera con facilidad. Como suspendimos el buceo tan pronto, el barco aún no había dado la vuelta para ponerse en posición. El enfoque que tuvimos que adoptar para subir a bordo no era el procedimiento estándar, especialmente con una corriente tan fuerte.
El capitán sugirió que si en un buceo futuro nos diéramos cuenta de que subir por las escaleras sería un desafió tan grande al punto de ser peligroso, que evitáramos su uso por completo. Recomendó nadar enérgicamente para así alejarnos de la línea y la embarcación para poder ascender y esperar en grupo con boyas de superficie hasta que el barco pueda desengancharse y recogernos.
Nuestro equipo aprendió lecciones fundamentales sobre la comunicación de los objetivos a la tripulación del barco y la planificación de procedimientos si es necesario suspender el buceo. Estas lecciones se extendieron por todo nuestro programa de buceo entre los miembros del personal y nuestros estudiantes. Actualmente enseñamos por qué y cómo suspender un buceo —cualquier buceo, por decisión de cualquier buzo y por cualquier motivo.
Algunos principios de la suspensión de un buceo.
Regla general: cualquier individuo puede cancelar cualquier buceo, en cualquier momento y por cualquier motivo.
Motivos comunes para cancelar un buceo
- Condiciones ambientales: las condiciones ambientales pueden afectar drásticamente las actividades de buceo. Una variedad de factores ambientales, principalmente el clima, pueden hacer que las corrientes, la visibilidad, las temperaturas y la acción de las olas sean aspectos que deba tener en cuenta antes y durante un buceo. Las condiciones pueden cambiar rápidamente y pueden tener un impacto negativo en los buceos planificados.
- Salud personal: el bienestar físico y mental de un buzo es vital para un buceo seguro. La congestión de los senos paranasales o los pulmones es un aspecto importante, pero otros malestares y dolores físicos pueden ser incapacitantes y molestos. Los buzos deben mantenerse concentrados en los buceos y en sus compañeros de buceo. Las distracciones causan errores y lapsus de criterio que pueden provocar incidentes importantes.
- Equipo: los buzos confían en que el equipo de soporte de vida funcione correctamente. Un manómetro atascado, una computadora de buceo con batería baja o un pequeño flujo de burbujas proveniente de una junta tórica defectuosa puede ser bastante problemático, incluso al punto de crear una situación peligrosa bajo el agua.
- Presentimiento: confíe en un presentimiento que le diga que algo no está bien. Es posible que no pueda determinar los problemas, pero su cerebro reacciona a ellos inconscientemente. Su instinto está intentando decirle algo.
Cómo suspender un buceo
- Hable sobre la posibilidad de suspender un buceo como parte de cada informe de seguridad. Establezca la regla general y dialogue sobre las señas que utilizará para suspender el buceo. Brinde instrucciones para regresar a la superficie y a la embarcación o la costa después de que alguien haga la seña.
- Asegúrese de que todos conozcan la seña que debe usarse para suspender un buceo bajo el agua. Una seña común que suelo utilizar consiste en cruzar ambos antebrazos delante del cuerpo para simular la letra X. Acompañe los antebrazos cruzados con la seña con el pulgar hacia arriba y asegúrese de que sea diferente a la seña de “frío”. Si tiene una mano ocupada agarrando una línea o una pieza del equipo, una simple seña con el pulgar hacia arriba servirá para finalizar el buceo y ascender. No olvide analizar todas las señas en el informe de seguridad.
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