EN 2018 Y 2019, MI ESPOSO Y YO viajamos a 50 lugares en 35 países a lo largo de 14 meses ininterrumpidos y pasamos más de 250 horas bajo el agua para investigar una guía de viaje de buceo para National Geographic.
Nuestro libro, Guía mundial del submarinista: Destinos notables para bucear por encima y por debajo de la superficie (Una guía de buceo para el mundo: destinos de buceo extraordinarios en la superficie y debajo de ella) (que será publicada en diciembre de 2022), es una guía para viajeros del océano. Está escrita para buzos a los que les gusta viajar, viajeros interesados en el mundo submarino y buzos que viajan con acompañantes que no bucean. Cada lugar destaca una cuestión mundial —desde la necesidad de proteger ecosistemas extraordinarios como arrecifes de coral y manglares hasta la conservación de tiburones y la importancia del tratado de altamar— y sugiere maneras en que los viajeros pueden aprender más e involucrarse.
Era una tarea soñada para un buzo, pero el trabajo de campo es mental y físicamente difícil y este proyecto requeriría un vuelo internacional cada semana y no tendría prácticamente ningún tiempo libre por 14 meses. Finalmente, tuvimos solo seis días libres durante ese tiempo.
Nuestra primera llamada a DAN fue durante las etapas de planificación. Queríamos saber si en DAN tenían recomendaciones para ayudarnos a prepararnos físicamente. Pasaríamos mucho tiempo en embarcaciones y bajo el agua, intercalado con largos períodos de espera en aeropuertos, así como también actividades intensas que incluirían desde estudiar karate en Okinawa, Japón, hasta atravesar la isla Rarotonga, en las Islas Cook, caminando.
DAN sugirió un entrenamiento físico general, concentrándonos en el cardio y el equilibrio. Además, actualizamos nuestras vacunas (17 refuerzos entre los dos), hicimos un curso de primeros auxilios y preparamos un kit médico bien completo.
Nuestra siguiente llamada a DAN antes del viaje fue para preguntar si debíamos preocuparnos por la acumulación de nitrógeno con esa cantidad de vuelos y buceos. En DAN nos garantizaron que podríamos mantener nuestro riesgo bajo si seguíamos protocolos de descompresión estándar y los lineamientos para volar después de bucear.
Nuestra membresía de DAN parecía una red de seguridad invisible cuando finalmente nos embarcamos. Fue reconfortante saber que una fuente de expertos especializados en buceo siempre estaba a nuestra disposición en todos los lugares que visitamos. Después de hacer cientos de buceos en lugares que abarcaban desde la Isla de Pascua hasta Grecia, solo tuvimos que llamar a DAN dos veces y en ambas oportunidades fue por Chris. Es un buzo experimentado cuyo trabajo en la industria del buceo le ha enseñado que los accidentes de buceo no discriminan, por lo que se esfuerza por seguir las mejores prácticas y está sumamente atento cuando algo parece estar mal.
Hicimos una parada en Hvar, Croacia —una espectacular isla de 68 kilómetros (42,3 millas) rodeada por el reluciente mar Adriático de color verde esmeralda y zafiro—. Un impresionante fuerte —con dos brazos de piedra que lo rodean— domina el municipio principal. Hvar es conocida por sus entusiastas profesionales de buceo y la buena visibilidad del agua, con impresionantes formaciones submarinas y abundante vida macro. La mayoría de los buceos tienden a ser a una profundidad superior a los 20 metros (66 pies).
Chris disfrutó de varios días de buceo a aproximadamente 30 metros (98 pies) sin experimentar nada inusual hasta nuestro último día, que era nuestro día de descompresión planificado. Se levantó con una inflamación del tamaño de una naranja en el codo izquierdo y dolor articular, sin ninguna explicación para ninguna de las dos afecciones.
Llamó al número de DAN para situaciones que no son de emergencia, describió lo que estaba sucediendo y luego habló con un profesional médico. Chris dijo que no tenía ningún síntoma inusual de enfermedad por descompresión (EDC), pero no podía explicar la inflamación y estaba lo suficientemente preocupado como para solicitar asistencia médica. El profesional médico habló mucho con Chris y analizaron su actividad de buceo reciente y su historial médico. Chris ha tenido bursitis, pero ha sido rara vez y siempre en sus rodillas. Dada la falta de algún otro síntoma de EDC, pero con un deseo de descartar algo más serio, a Chris le recomendaron que solicitara atención médica en Croacia. El diagnóstico era bursitis, que nunca había tenido en el codo, y que tampoco ha tenido desde entonces.
Unos meses más tarde estábamos en Ko Lanta, una isla en el mar de Andamán cerca de la costa oeste del sur de Tailandia. Las aguas verdes y cálidas del lugar albergan corales en la gama de púrpura y el rosado, una amplia variedad de vida marina —desde mantarrayas hasta caballitos de mar cola de tigre— y muchos puntos que se ajustan a las condiciones cambiantes.
Chris no es un buzo que disfrute el contacto con organismos, pero es un imán para picaduras de medusas y como comprobamos en este viaje, de espinas de erizos de mar. Nuestra segunda llamada al número de DAN para situaciones que no son de emergencia fue por una espina infectada en su dedo gordo de la mano (aún no tiene idea de cómo llegó allí). Una vez más, DAN nos aconsejó que solicitáramos atención médica local y un ciclo de antibióticos eliminó la infección.
Cuando nos embarcamos en nuestro viaje, era una buceadora novata. Aprendí los gajes del oficio de la manera más asombrosa, buceando en un nuevo destino casi cada semana, lo que incluyó desde explorar los jardines repletos de biodiversidad de Raja Ampat, Indonesia, hasta compartir cuevas submarinas con katualis, serpientes marinas de cola plana endémicas de Niue en el Pacífico Sur.
Mi travesía para aprender a bucear fue cuesta arriba, pero me sentí confiada por dos motivos. Primero, tenía un compañero de buceo que no me apuraba ni me presionaba. Había puntos —los naufragios de la Primera Guerra Mundial en las islas Orcadas, por ejemplo— donde no buceé porque sentí que estaban más allá de mis habilidades. Incluso aborté tres buceos porque no me sentía cómoda. Chris siempre apoyo mi decisión y dejó bien claro que era mi decisión y responsabilidad como buceadora, bucear dentro de mis límites. El resultado fue que me sentí segura explorando nuevos lugares e incluso ampliando mis habilidades, desplazándome con mantarrayas en las fuertes corrientes de Komodo y haciendo buceos en aguas abiertas entre olas de 3 metros (10 pies) para admirar los tiburones de Aliwal Shoal cerca de Sudáfrica.
Segundo, DAN aumentó mi confianza. Como buena planificadora y alguien que piensa demasiado las cosas, creo que es importante planificar para lo peor porque los accidentes suceden, pero tener una red de protección nos permite explorar con más tranquilidad —¡y qué gran mundo hay para explorar!—. Me sentí más cómoda sabiendo que a cualquier lugar donde viajáramos, y en cualquier situación en la que nos encontráramos, la ayuda de expertos especializados en buceo estaba a una llamada telefónica de distancia.
© Alert Diver - Q4 2022