Anguilas lobo

Una anguila lobo puede salir de su madriguera por muchos motivos, lo que incluye buscar comida, hacer exhibiciones territoriales y buscar interacción social y exploración. © THOM ROBBINS

PREGÚNTELES A LOS BUZOS DEL NOROESTE DEL PACÍFICO qué hace que un buceo sea excelente y la mayoría estará de acuerdo en que seguro incluye la presencia de una anguila lobo (Anarrhichthys ocellatus). Hay algo sobre la cara de una anguila lobo adulta mirando fijamente desde su guarida que hace que un buceo normal se convierta en una experiencia estupenda. Las condiciones específicas no importan. Las bajas temperaturas, la terrible visibilidad o las fuertes corrientes se pueden olvidar con facilidad cuando hay un “lobito” —como las llamamos a nivel local— presente. 

No es de extrañar que los buzos de todo el mundo recorran grandes distancias para dar un vistazo a estas fascinantes criaturas y los fotógrafos se enfrenten a todo tipo de altibajos bajo el agua para capturar la imagen ideal. 

Conozcamos al lobito

Los habitantes del norte del Pacífico han tenido un profundo respeto por las anguilas lobo a lo largo de la historia. Algunas tribus nativas reservaban las anguilas lobo como alimento solo para los chamanes y curanderos. Las anguilas lobo, si bien están protegidas en el estrecho de Puget y el canal de Hood en Washington, no están en peligro de extinción, pero su valor para los buzos y fotógrafos como recurso biológico supera ampliamente cualquier valor comercial como fuente de alimento. 

Algunos puntos de buceo, como Sund Rock en el canal de Hood, son lugares conocidos donde las anguilas lobo interactúan con los buzos y proporcionan oportunidades fotográficas únicas. En el noroeste del Pacífico de Estados Unidos y Columbia Británica, Canadá, la actitud que predomina entre los buzos en relación con las anguilas lobo es la de afecto y protección.

Si bien tienen una apariencia con un cuerpo largo similar al de una anguila, los lobitos no están emparentados con las anguilas sino que, en cambio, son un tipo de pez lobo. Utilizan sus grandes dientes frontales similares a los caninos y sus poderosas mandíbulas para agarrar y triturar su comida favorita, principalmente invertebrados y crustáceos de concha dura que se encuentren en su entorno inmediato, donde la fuente de alimento más abundante a menudo es la preferida. Las anguilas lobo del estrecho de Puget, por ejemplo, prefieren los erizos de mar y los cangrejos, las que se encuentran cerca del norte de la península Olímpica prefieren el caracol de Oregon Tritón y a las que están cerca de Monterrey, California, les gustan los dólares de arena y los cangrejos elegantes.

Las anguilas lobo normalmente crecen hasta alcanzar una longitud de aproximadamente 1,8 metros (6 pies) —pero pueden llegar a los 2,4 metros (8 pies)— y un peso de casi 13,6 kg (30 libras). Su presencia se extiende hacia el sur hasta San Diego, California, y hacia el norte a lo largo de la costa del Pacífico hasta las islas Aleutianas en Alaska. No existe ninguna investigación respecto de su longevidad en estado salvaje, pero pueden vivir alrededor de 20 años en un acuario. 

No tienen vejiga natatoria, el órgano interno lleno de gas que tienen la mayoría de las especies de peces para ayudar a regular su flotabilidad y controlar su posición vertical en la columna de agua. La anguila lobo, en cambio, ha evolucionado y utiliza su musculoso cuerpo y sus fuertes aletas pectorales para maniobrar y mantener su posición en el agua. La ausencia de vejiga natatoria les permite apoltronarse en el fondo o en sus madrigueras. 

Al igual que las serpientes, nadan haciendo eses con su cuerpo y valiéndose de sus aletas pectorales para virar. Esta singular adaptación les permite desarrollarse en hábitats costeros rocosos, donde pueden desplazarse a través de grietas y cuevas con una agilidad excepcional. Al renunciar a tener una vejiga natatoria, la anguila lobo ha desarrollado una serie de habilidades especiales que la convierten en una experta cazadora.

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Las parejas de anguilas lobo exhiben un comportamiento monógamo extraordinario, crean vínculos duraderos y comparten las responsabilidades parentales. Estas parejas protegen sus huevos colaborativamente y muestran un frente unido contra posibles amenazas mientras defienden su territorio. © THOM ROBBINS
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Las crías de anguila lobo tienen una deslumbrante tonalidad roja para ocultarse entre las vibrantes rocas cubiertas de algas y alejar a posibles depredadores. © THOM ROBBINS

Las anguilas lobo cuentan con una capa viscosa sobre su cuerpo que tiene varios fines importantes para su supervivencia y protección. Primero, actúa como defensa natural contra infecciones. La mucosidad contiene propiedades antibacterianas y antimicrobianas que ayudan a evitar el crecimiento de parásitos y bacterias nocivas en su piel, lo que reduce el riesgo de infección. 

La capa viscosa también hace que los depredadores tengan dificultades para agarrarse o sostenerse de una anguila lobo. Cuando se sienten amenazadas o son atacadas, las anguilas lobo pueden emanar más mucosidad de su piel, lo que hace que sea aún más difícil para los depredadores mantener un agarre firme. Este resbaladizo mecanismo de defensa les permite escapar de posibles amenazas. La capa viscosa también reduce la fricción cuando se desplazan por el agua, lo que les permite pasar con facilidad por espacios reducidos y grietas estrechas sin quedar atascadas. 

Ciclo de vida 

Las anguilas lobo comienzan a reproducirse alrededor de los 7 años. Aproximadamente 24 horas antes de aparearse, el abdomen de la anguila lobo hembra se expande considerablemente. Cuando sucede esto, el macho choca su cabeza contra la parte posterior de la región abdominal de la hembra, lo que parece estimular la actividad fisiológica. El cuerpo de la hembra hace una serie de movimientos ondulantes desde la cabeza hasta la cola, particularmente pronunciados en el área abdominal. 

Luego el macho se envuelve alrededor de la hembra de modo tal que sus cabezas quedan una al lado de la otra y sus regiones genitales se encuentran adyacentes. En esta posición la hembra libera entre 5.000 y 10.000 huevos y el macho los fertiliza a medida que van apareciendo. Después de la fertilización, la hembra se enrolla alrededor de los huevos y los agrupa hasta darles forma de bola. Los huevos se adhieren unos a otros, pero no a las paredes rocosas de la guarida. Ambos padres se enrollan alrededor de la masa de huevos, a veces juntos y otras de forma individual. Cuidan a los huevos y los giran de modo tal que haya un buen flujo de agua a través de ellos. 

Los huevos eclosionan después de aproximadamente 16 semanas y las larvas flotan hacia la parte superior del océano o el mar. Los diminutos peces de 3,8 cm (1,5 pulgadas) nacen con un color rosa amarronado, pero adquieren un color gris oscuro después de un día y comienzan a comer camarones pequeños después de unos días. 

Las larvas deben nadar con el plancton en el océano por su cuenta durante dos años. Son depredadores voraces desde el nacimiento y atacan a sus presas planctónicas de manera muy similar a la que una serpiente enroscada ataca a un ratón. Las larvas de anguila lobo llevan una vida pelágica en su constante búsqueda de presas. Los jóvenes en proceso de maduración con el tiempo se asientan en el suelo e ingresan a una madriguera. La vida en las madrigueras habitualmente tiene lugar en el área del estrecho de Puget desde febrero hasta abril. 

La transición a la vida en el fondo desencadena cambios físicos. Los jóvenes tienen una apariencia vibrante y llamativa, y a menudo adquieren una tonalidad naranja brillante o naranja rojiza con marcas más oscuras. Esta coloración ayuda a los jóvenes a mezclarse con el entorno, como arrecifes rocosos o bosques de kelp. A medida que maduran y se convierten en adultos, su coloración se convierte en un marrón más apagado o marrón rojizo. La piel con frecuencia presenta manchas oscuras, que pueden tener el contorno delineado con un color más claro. Los machos también desarrollan una cara inflada, mandíbulas agrandadas, enormes labios protuberantes y una poderosa cresta sagital en la parte superior de su cabeza para soportar la mayor masa muscular que requieren las mandíbulas. 

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Una anguila lobo aprovecha una aventura culinaria y disfruta de un erizo de mar verde. © THOM ROBBINS

Amigos y enemigos

En el entorno de un arrecife rocoso, se desarrolla una feroz batalla por la propiedad de los lugares de guaridas más deseados. Los contendientes clave de esta competencia son el pulpo gigante de California (Enteroctopus dofleini) y la feroz anguila lobo. Ambas especies luchan por el control sobre estos codiciados refugios, que funcionan como sus santuarios en un mundo submarino hostil. Sus hábitats compartidos, las presas y su inquebrantable deseo por el mismo tipo de sitios de guaridas alimentan este conflicto.

Con su inigualable destreza y astucia, el pulpo presenta un formidable desafío. Desaloja despiadadamente a la anguila lobo, a veces apuntando a parejas apareándose, y reclama la madriguera como propia. A pesar de los valerosos esfuerzos de la anguila lobo, hay muy poco que puede hacer una vez que un pulpo —incluso de tamaño modesto— le echa el ojo a una madriguera en particular. 

Sin embargo, en medio de esta despiadada competencia, surgen alianzas sorprendentes. Los bacalaos, otros habitantes del arrecife que viven en madrigueras, a veces comparten huecos con anguilas lobo. En una misteriosa danza de coexistencia, sus masas de huevos en ocasiones están situadas cerca unas de otras. 

La benévola camaradería de las anguilas lobo no termina allí. Los peces roca de cobre, róbalos marrones, peces sculpin de aleta de vela y diferentes especies de camarones también pueden encontrar consuelo en la madriguera de la anguila lobo, formando así una armoniosa coexistencia dentro de los confines del refugio.

Encuentros durante buceos con anguilas lobo

Lanzarse a las frías aguas del mar Salish es una experiencia como ninguna otra. A medida que nos sumergimos bajo la superficie, una profunda quietud lo envuelve. El pacífico entorno crea una atmósfera mística que nos recuerda a un explorador solitario que se aventura hacia un territorio inexplorado. Con la cámara fuertemente agarrada con la mano, no podemos evitar sentirnos como visitantes de un planeta lejano a medida que nos sumergimos más profundamente hacia el abismo.

Pronto nos encontramos en el límite de un majestuoso muro que nos invita a explorar sus secretos. Desplazándonos grácilmente detrás del muro, hurgamos en sus recovecos ocultos y exploramos con curiosidad cada grieta, hueco y roca. La vibrante vida marina, aparentemente pintada por la mano de un artista, capta nuestra atención a cada paso. Al sumergirnos en este maravilloso mundo submarino, un encuentro inesperado nos espera.

Con el rabillo del ojo divisamos a un lobito que está concentrado en nuestra presencia. La curiosa mirada del animal refleja nuestra fascinación como si compartiéramos una conexión tácita en este mundo cautivador. El encuentro provoca un gran entusiasmo, lo que alimenta nuestra determinación por capturar este momento. Con la cámara lista, preparamos la imagen perfecta y aprovechamos la oportunidad de inmortalizar este impresionante encuentro con esta extraordinaria criatura.


© Alert Diver - Q4 2023

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