Impactos del cambio climático en un pez de aguas profundas

Un sapo cabezón (Porichthys notatus) en el mar de Salish, isla de Vancouver, Columbia Británica, Canadá

Mientras conducía hacia el oeste más allá de Port Alberni en la isla de Vancouver, Columbia Británica, de camino a una sesión fotográfica, observaba con incredulidad cómo el indicador de temperatura de mi vehículo subía de 18 °C (64 °F) a 45 °C (113 °F). Creí que algo andaba mal con mi indicador, pero una estación de radio local informó la misma temperatura. Esa semana de junio de 2021, Columbia Británica tuvo altas temperaturas sin precedentes en toda la provincia.

Llevé una botella de agua adicional en mi mochila, me apliqué protector solar y fui a pie por una costa rocosa cubierta de percebes, programando mi llegada para la marea baja. Avancé lentamente junto a cadáveres de estrellas de mar, cangrejos y sapos cabezones (Porichthys notatus), una especie de pez sapo que había ido a fotografiar. El calor era intenso y el olor resultaba abrumador.

A scientist holds a plainfin midshipman in front of a nest
Un científico sostiene un sapo cabezón frente a un nido en la zona intermareal en la isla de Vancouver
Un sapo cabezón macho protege un nido con peces bebé
Un sapo cabezón macho protege un nido con peces bebé

Esa semana récord posteriormente se conoció como el domo de calor de 2021. Los efectos fueron devastadores: cientos de vidas humanas se perdieron, ríos se inundaron por el rápido derretimiento de nieve y glaciares, los incendios forestales aumentaron drásticamente, el rendimiento del cultivo y la calidad del fruto se desplomaron y se produjo una mortandad masiva de vida marina. 

Un equipo internacional de investigadores afirma que este suceso habría sido prácticamente imposible sin el cambio climático. Un artículo de Nature de Rachel H. White, PhD, de la Universidad de Columbia Británica (University of British Columbia), y otros autores estimó que miles de millones de invertebrados marinos murieron durante el domo de calor. 

El coautor Christopher Harley, PhD, un profesor del departamento de zoología y el Institute for the Oceans and Fisheries de la Universidad de Columbia Británica, señaló que esa estimación es casi con certeza considerablemente baja. “La cantidad de mejillones y percebes que murieron solo en Columbia Británica está probablemente más cerca de los 10 mil millones, o incluso más”, afirmó, “y quién sabe cuántos de los pequeños animales relacionados con los hábitats de mejillones y percebes también han fallecido”.

These baby plainfin midshipmen are still attached to their yolk sacs
Estas crías de sapo cabezón aún están unidas a sus sacos vitelinos mientras se ocultan debajo de una roca
An adult bald eagle eats a plainfin midshipman
Un águila calva adulta se come un sapo cabezón arrebatado de los pastos marinos.

Los peces

Mientras me agachaba y miraba debajo de las rocas para buscar nidos de sapos cabezones, no conocía ninguna de las horrorosas estadísticas del domo de calor. Todo lo que sabía era que no había llevado suficiente agua y no podía cumplir con un día completo de trabajo. Estaba usando una lente de sonda Laowa de 24 mm especial para buscar peces cuidadosamente en los espacios entre las rocas y debajo de ellas. Estaba mareado por permanecer agachado, muchas veces sin encontrar nada adecuado, y luego caminar hacia la siguiente roca con tanto calor.

Empecé arriba en la playa y encontré fundamentalmente peces muertos. Los sapos cabezones están sumamente bien adaptados para soportar un tiempo fuera del agua durante la marea baja —pueden respirar aire y tolerar un amplio rango de temperaturas— pero estas condiciones eran demasiado extremas. Continué mi camino mucho más cerca del agua, donde encontré algunos animales vivos.

Cuando localicé un nido adecuado, intenté acomodarme en las afiladas rocas y fotografiar lo que estaba sucediendo en el interior del nido sin perturbar nada. Mientras observaba la pantalla LDC inclinada de mi cámara, el pequeño mundo que había encontrado era bizarro y fascinante. 

Vi cientos de diminutos peces bebé sin pigmento que me miraban fijamente como fantasmas en miniatura. Aún estaban unidos a sus sacos vitelinos de color naranja mientras practicaban nadar como si estuvieran en una caminadora submarina. Sus padres (tanto biológicos como adoptivos) cuidaban de ellos, los protegían de los intrusos y les soplaban oxígeno en sus diminutas branquias. Las pequeñas larvas de peces tenían el largo de una uña, mientras que los padres alcanzaban el largo de un pino de bolos.

Un sapo cabezón es medido.
Un sapo cabezón es medido.
Los investigadores estudian a un sapo cabezón macho mientras protege su nido.
Los investigadores estudian a un sapo cabezón macho mientras protege su nido.

Un sapo cabezón padre hace un largo viaje, ya que nada hacia la superficie desde una profundidad de hasta 366 metros (1.200 pies) para reproducirse. Esta actividad tiene lugar a lo largo de toda la costa oeste de América del Norte, desde Baja hasta Alaska. Una vez que llega a aguas poco profundas, busca una roca adecuada debajo de la cual pueda construir un nido —y posiblemente tenga que luchar por ella—. Despeja un espacio y comienza a cantar para atraer a una hembra. La canción suena como un zumbido grave y crea una sinfonía fuerte y misteriosa cuando los machos que están en la playa cantan juntos. 

Un artículo de Los Angeles Times de 1985 (“Hummer a Bummer: Mysterious Buzz Torments Sleepless Houseboat Owners, Confounds Scientists” [El fastidio de los zumbadores: un misterioso zumbido atormenta a insomnes propietarios de casas flotantes y confunde a científicos]) describía la experiencia de intentar dormir en una casa flotante en la bahía Richardson justo al norte de San Francisco, California. “Algunos residentes de casas flotantes describen el ruido como un sonido similar al zumbido de una rasuradora eléctrica —solo que 10 veces más fuerte—. Otros dicen que parece un bombardero de la Fuerza Aérea o un vecino usando un potente generador. Un propietario de una casa flotante señaló que el extraño zumbido está en sintonía con la tecla Do de su piano”.

No obstante, la canción es irresistible para una hembra de sapo cabezón y la ayuda a decidir quién protegerá a sus crías. Si le gusta la canción de un macho, pondrá sus huevos en el nido que él construyó. El macho cantante tiene una oportunidad de fertilizar los huevos, pero un segundo tipo de macho, que es más pequeño y no puede construir nidos ni zumbar, puede colarse y adelantarse a él. Sin embargo, el macho cantante se quedará y protegerá el nido por varios meses en una de las demostraciones más dramáticas de cuidado de crías por parte de un macho en el reino animal. 

Los jóvenes peces no son totalmente libres después de la eclosión, sino que quedan pegados a una roca mientras absorben nutrientes de sus sacos vitelinos. Sus padres los protegerán hasta que absorban sus sacos vitelinos y luego abandonen el nido nadando. Los diminutos peces primero se asentarán en aguas poco profundas cercanas, donde se esconderán debajo del sedimento y saldrán solo por la noche para alimentarse. Una vez que hayan madurado más, será su turno de dirigirse a las profundidades del mar y repetir el ciclo.

Aerial view of a rocky shoreline on Vancouver Island
Esta vista aérea de una costa rocosa en la isla de Vancouver muestra un hábitat de sapos cabezones y un emplazamiento arqueológico. Poblaciones indígenas cavaron los pozos para atrapar peces.
Científicos estudian nidos de sapos cabezones.
Científicos estudian nidos de sapos cabezones.

La conexión entre las aguas poco profundas y las profundidades

Los sapos cabezones que se están reproduciendo son una fuente de alimento para muchas especies a lo largo de la costa —lo que incluye focas, mielgas, garzas y muchos otros— pero son especialmente importantes para las águilas calvas. La temporada de reproducción de estos peces sapo cantantes coincide con la época del año en que las águilas calvas necesitan alimentar a sus crías. Los sapos cabezones aportan nutrientes y, más recientemente, contaminantes como la dioxina de las profundidades del mar a las aguas poco profundas e incluso los bosques donde las águilas construyen sus nidos.

Sigal Balshine, PhD, profesora y directora del Laboratorio de Ecología del Comportamiento Acuático (Aquatic Behavioural Ecology Laboratory) en la Universidad McMaster (McMaster University), y su equipo están estudiando cuánta contaminación se transfiere entre las especies. “Los sapos cabezones pueden enseñarnos mucho sobre las profundidades del mar sin el gasto y el riesgo que implica ir allí físicamente. También son los canarios del océano en una mina de carbón”, explicó. 

En lo que se refiere al domo de calor de 2021, Balshine dijo lo siguiente: “Mi suposición es que las poblaciones diezmaron por ello, pero no estábamos ahí para observarlo debido a las restricciones de viaje del COVID”. Además, agregó: “Pero sus poblaciones aparentemente se han recuperado”. 

No obstante, a medida que estos sucesos de calor se vuelven más comunes, Balshine advirtió que es posible que las poblaciones de animales no puedan recuperarse. Otros animales que dependen de ellos también sufrirán en una secuencia que llega hasta las profundidades del mar.

Fotografía de peces en un nido

Mientras intentaba tomar fotos en las rocas afiladas con mucho calor, observé una extraña raya azul que atravesaba todas las imágenes. Después de solucionar algunos problemas, finalmente miré el extremo de mi lente y vi diminutas gotas de agua. Intenté limpiarlas, pero estaban dentro del vidrio. Seguramente algo de humedad se había metido en el interior de la lente impermeable y el calor estaba provocando que la humedad se acumulara en la peor parte posible de la lente. Todas mis imágenes eran inutilizables. Debía enviar la lente para que la repararan y esperar otro año para intentar obtener mis imágenes. 

Estaba enfadado, pero rápidamente me sentí un tonto por mi autocompasión ya que me di cuenta de que el mismo calor que era responsable de arruinar mis imágenes estaba matando a todos estos animales y causando muchos más daños. Mi pequeño problema era insignificante en comparación con los devastadores efectos del cambio climático.


© Alert Diver — Q2 2024

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