Mi primer golpe de realidad como profesional de buceo fue después de una semana de trabajo con una pareja. Todos los días pedían guías de buceo privados y asistencia personalizada. Le dejaban generosas propinas a cada profesional de buceo y miembro de la tripulación para alentar aún más esa atención personal al día siguiente.
Después del último buceo el último día de su viaje, el esposo se abrió la cremallera de su traje de neopreno, y todos quedamos helados. Tenía grapas quirúrgicas a lo largo del centro de su pecho. Se rio y nos dijo que no lo habríamos dejado bucear si le hubiera contado a alguien. Una revisión rápida de su formulario médico demostró que había mentido acerca de su aptitud física para el buceo, y durante toda la semana nunca había dejado que nadie lo viera sin una camiseta o un traje de neopreno.
Ese día nos dimos cuenta de que los incentivos financieros y el comportamiento amable habían evitado que observáramos signos significativos y preocupantes. Desde ese día prestamos mayor atención a la hora de revisar cada formulario médico, y los miembros del personal se tomaron más tiempo para conversar con los clientes sobre la realidad de estar seguros y cómo se relacionaba con la información especificada en el formulario.
Después de varios meses sin un incidente, el siguiente golpe de realidad tuvo lugar una hermosa mañana con agua tranquila y un sol brillante. Teníamos varias embarcaciones llevando a buzos para realizar buceos en arrecifes relajadamente. Cuando llegamos al punto de buceo, los buzos ingresaron al agua. Una buceadora salió a la superficie de forma repentina, aparentemente en problemas. Estaba tosiendo y se movía erráticamente. Después de un momento hizo la seña de “OK”, se relajó y volvió a sumergirse.
This diver was an average middle-aged woman and had shown no signs of any issues in previous days. The mate from her boat noted where she submerged and started preparing a rescue buoy and line. Within moments the diver surfaced again and fell forward, not moving. The mate immediately entered the water and swam toward the diver’s location as the diver’s buddy surfaced. The mate gave the buoy to the buddy and towed the unresponsive diver back to the boat.
The crew removed the diver’s gear, made the proper radio call to shore for assistance, began lifesaving procedures, radioed sister vessels to pick up the remaining divers, and started toward shore. The unconscious diver started expelling bloody, frothy fluid from her mouth when the mate began CPR. The mate faced a critical decision: Would she perform rescue breaths despite the bloody discharge and not having a pocket mask?
Sin dudarlo intentó proporcionar ventilaciones de rescate durante todo el viaje en barco. Las fuerzas policiales y los rescatistas médicos se reunieron con la embarcación en la costa. Los paramédicos reconocieron que no podían salvar a la buceadora, pero felicitaron a la primera oficial por hacer el mejor esfuerzo posible.
After the incident, all working parties went to a local facility for substance testing. This policy was part of the dive operator’s standard postdive accident protocol, to which the dive professionals had agreed. Its purpose was to satisfy law enforcement concerns and ensure proper behavior for associated insurance providers.
There were no substance abuse issues, but the testing didn’t include bloodborne pathogens, even for the mate who had potentially been exposed. She and the other dive professionals were surprised to find that she, not her employer, was responsible for that testing. The mate had to drive two hours to a separate facility and was initially financially responsible for the pathogen testing. The operator eventually agreed to cover all her medical testing related to this incident.
Dive professionals are often called upon to provide the best support possible, which sometimes puts our safety and well-being at risk. Appropriate and ethical treatment isn’t always guaranteed for rescuers and first aid providers. Advocating for the employer to take care of an employee who put herself at risk on their behalf was instrumental in ensuring she did not face an unexpected financial burden for preserving her health.
Investigators determined that this diver had also lied on her medical form and didn’t disclose a medical condition and current medication that would have prevented her from diving. Despite all the protocols in place, it’s ultimately up to divers to be honest and ensure they correctly complete the paperwork. Whether divers or dive professionals, we are all part of the dive community. We should do our best to avoid causing risk for others, support each other when problems arise, and help prevent future problems.
© Alert Diver - Q1 2023