Durante un reciente viaje de buceo a Chuuk, realmente quería ver el naufragio San Francisco Maru . No obstante, nunca imaginé que tendría una experiencia cercana a la muerte inmediatamente después de ingresar al agua.
Me encontraba en el segundo grupo de buzos y estaba usando un rebreather (recirculador) de circuito cerrado (CCR, por sus siglas en inglés). Salté al agua y me estaba preparando para iniciar el buceo cuando tomé aire y me sentí mareado. Después de tomar aire una vez más pensé: “Debería volver a la embarcación”. Lo siguiente que recuerdo es despertar en la plataforma de buceo con personas intentando introducir un regulador en mi boca y administrarme oxígeno para emergencias.
Un buzo presente en la embarcación que participaba directamente en el rescate registró una línea temporal que demostró que estaba inconsciente con la mandíbula trabada cinco minutos después de la entrada. Cuando me arrastraron a la cubierta, mi pulso era débil, el contenido de mis intestinos fue evacuado, mi cuerpo estaba completamente flácido y poniéndose azul y tenía un esputo blanco. Otros buzos forzaron mi mandíbula para abrirla para poder administrarme oxígeno, y comencé a mostrar signos de respiración 20 minutos después de la entrada.
Tras ser trasladado adentro, tenía náuseas y sensibilidad a la luz y sentía tensión en el esternón. Una hora y 40 minutos después de ingresar al agua, estaba en el hospital. Mi nivel de oxígeno en sangre era de 89 por ciento y me administraron oxígeno y cloruro de sodio por vía intravenosa hasta que volvió a llegar a 96 por ciento. Después de que el personal médico hizo un ECG y una radiografía de tórax, pronto pude ponerme de pie otra vez y caminar por mi cuenta, pero estaba somnoliento y tenía frío y un dolor de cabeza leve. Cuando me autorizaron a dejar el hospital, me fui a un hotel cerca del aeropuerto y descansé hasta que llegó el momento de irme a casa.
Después del incidente tuve tiempo para reflexionar sobre lo que había sucedido y por qué. Había enviado mi CCR para que le realizaran el mantenimiento anual antes del viaje. Los técnicos reemplazaron sensores de oxígeno, mangueras y juntas tóricas, hicieron el mantenimiento de las primeras etapas e instalaron la última actualización en la unidad. Antes del viaje no hice ningún buceo con la unidad cuyo mantenimiento se había realizado recientemente, lo que fue mi primer error.
Preparé la unidad cuando subimos a bordo de la embarcación de buceo y controlé todos los elementos necesarios de la lista de verificación. Mi computadora no se conectaba a la unidad, pero funcionó después de que desconecté el cable, limpié los conectores y volví a conectar todo. Este problema se repitió varias veces durante la semana, pero estuve atento a ello y todo estuvo bien durante los primeros cinco días del viaje. Me enseñaron a nunca iniciar un buceo cuando hay un problema conocido, pero lo hice de todos modos, lo que fue mi segundo error.
Luego llegó la mañana del buceo. El primer grupo se lanzó al agua, seguido de mi compañero de buceo. Al ver a mi compañero en el agua esperándome, empecé a apurarme, lo que fue mi tercer error y el momento en que las cosas realmente empezaron a salir mal. Abrí las válvulas de oxígeno y diluyente, comprobé si tenía mi botella de emergencia y controlé mi inflador. Me puse el circuito cerrado en la boca, me dirigí a la plataforma de buceo y salté al agua.
Mi cuarto y último error fue que no verifiqué que mi solenoide funcionara. La computadora no se estaba conectando a la unidad y el solenoide no funcionaba. En mi prisa por ingresar al agua, no agregué oxígeno manualmente ni advertí el descenso de mi presión parcial de oxígeno (PO2). Respiré hasta que la PO2 2 en mi circuito cerrado alcanzó un nivel que no podía sostener la vida.
Mi compañero pidió ayuda y me llevó hasta el elevador de buzos. Los otros buzos que estaban en la embarcación lograron abrir mi mandíbula y administraron la mayor cantidad posible de oxígeno a mi sistema hasta que comencé a respirar nuevamente. Me quitaron el equipo y me llevaron al hospital tan pronto como fue posible.
Este incidente sucedió con un CCR, pero los buzos que utilizan equipos de circuito abierto también deben ser diligentes con la planificación del buceo y los preparativos anteriores al buceo. Hay muchas cosas que pueden salir mal con el equipo y omitir controles fundamentales anteriores al buceo puede tener consecuencias fatales.
Lo único que me salvó de convertirme en una línea en una planilla de buzos fallecidos fue que había inflado mi ala más de lo habitual (debido a que tenía una botella de emergencia adicional) y las medidas que tomaron los otros buzos en la embarcación. Si mi flotabilidad hubiera sido negativa cuando ingresé al agua o si mi compañero y los demás buzos no hubieran estado atentos, hoy no estaría con vida.
Cuando llegué a casa envié la unidad de nuevo a la fábrica. Reemplazaron la computadora y revisaron la unidad minuciosamente. Una vez que verificaron que todo funcionaba correctamente, la utilicé en varios buceos. Mi lista de verificación anterior al buceo era exhaustiva, y comprobé que mi solenoide estuviera en funcionamiento y que todos los sistemas funcionaran correctamente antes de ingresar al agua.
Cuando llevo a cabo la planificación y las listas de verificación antes de un buceo siempre recuerdo las lecciones que aprendí a partir de este incidente. Si demoro cinco minutos más en ingresar al agua, que así sea. El exceso de confianza puede matarlo si se presenta la oportunidad, y esto puede suceder con poca o ninguna advertencia. Parece tan obvio ahora que debería haberme quitado la botella de emergencia de la boca y tomar una bocanada de aire, pero después de esa primera inspiración de mi sistema cerrado que me provocó mareos no pude pensar con claridad.
La capacitación, la práctica de habilidades y la idea de que nunca me sucedería no significaron nada. No permita que le suceda a usted. Los otros buzos involucrados tienen mi eterna gratitud por salvarme la vida.
© Alert Diver — Q2 2024