La vida de una veterinaria de mamíferos marinos.
SI HABLAS CON CUALQUIER PERSONA DE MENOS DE 13 AÑOS, es muy probable que alguien le haya preguntado: “¿qué quieres ser cuando seas grande?”. Yo tenía solo 3 años cuando supe que quería ser veterinaria. Al crecer en la costa —primero Cabo Cod, Massachusetts y luego el sudeste de Florida— prácticamente fui criada por estrellas de mar, caballitos de mar, crías de tortugas marinas y muchas otras criaturas del océano Atlántico que han sido mis amigos y confidentes. Desde entonces he dedicado mi vida a conservar, proteger y amar a estos animales. Debido a que hay pocas guías sobre el cuidado de criaturas marinas, mi experiencia de décadas como veterinaria de mamíferos marinos ha distado mucho de ser común.
Los sonidos relajantes del océano perfectamente pueden arrullarnos hasta alcanzar una paz absoluta, pero bajo la superficie hay una comunidad con una necesidad imperiosa de conservación, investigación y protección. La salud del océano está en crisis, y los mamíferos marinos son los indicadores de peligro en su entorno. He viajado por el mundo para trabajar con una variedad de mamíferos marinos. A continuación figuran algunos puntos destacados y ejemplos de las muchas especies, situaciones y lugares donde me llamaron para evaluar, atender y tratar a mamíferos marinos.
Los manatíes, que están relacionados con los elefantes, se ven afectados por una multitud de amenazas humanas, incluso golpes de embarcaciones, enredos en sedales de pesca y una destrucción del hábitat. El Servicio de Parques Nacionales y Estudios Geológicos de Estados Unidos (U.S. Geological Survey and National Park Service) ayuda a conservar esta especie amenazada mediante su etiquetado y monitoreo durante evaluaciones de salud anuales.
Esta foca de casco, suavemente sujetada mientras recibe un tratamiento para salvar su vida, se recuperó por completo y fue liberada en sus aguas nativas en el Atlántico Norte.
UNA HISTORIA DE DOS CACHALOTES
Estamos acostumbrados a nadar con numerosas especies de peces tropicales, tiburones y delfines mientras trabajamos y jugamos en las aguas color turquesa de los Cayos de la Florida. No obstante, a unos kilómetros de la costa, la corriente del Golfo funciona como una vía para una gran variedad de especies pelágicas que se trasladan distancias enormes, incluidos los cachalotes. Hasta hace poco, Moby-Dick era lo que conocía de estos leviatanes.
A lo largo de los últimos 20 años no se registraron varamientos de cachalotes en los Cayos de la Florida, por lo que me sorprendió recibir una llamada de un oficial de la Comisión para la Conservación de Peces y Vida Salvaje de la Florida (Florida Fish and Wildlife Conservation Commission, FWC) que me dijo que había una cría de cachalote nadando junto a una embarcación de buceo local. Cuando recibo una llamada para ayudar a un mamífero marino todo lo demás se detiene. Nuestro equipo se trasladó en barco para hacer una evaluación inicial, y encontramos a una cría de cachalote de 3 metros (10 pies) de unos pocos días de vida. La cría se refugió debajo de nuestro buque de investigación mientras dos tiburones tigre del mismo tamaño investigaban su presunta futura comida.
Yo estaba en contacto permanente como mi equipo y les advertí que se prepararan mentalmente para presenciar la dura realidad de la cadena alimentaria de la madre naturaleza. Si bien el círculo de la vida es una realidad, observar a una cría de mamífero marino en apuros sucumbir a una muerte agonizante por el ataque de grandes depredadores no es algo que en la facultad de veterinaria te enseñen a manejar. Observamos a ambos tiburones haciendo pasadas a corta distancia mientras la cría de cachalote se cansaba lentamente y se desplazaba más cerca de la costa, donde finalmente quedó varada en lugar de ser devorada viva. Mientras preparaba mi equipo médico anticipándome a un rescate o una recuperación, mi equipo me advirtió que la cría había dejado de respirar. Nunca es fácil perder a un paciente, pero puede ser difícil ver una vida joven llegar a su fin, en especial cuando se trata de una especie en peligro que nuestro ecosistema necesita desesperadamente.
Las enormes mandíbulas de un cachalote macho adulto encallado son impresionantes incluso después de fallecido.
No es raro que tenga más preguntas que respuestas después de realizar una autopsia. La cría estaba esquelética, presuntamente porque la madre no pudo brindarle alimento. Mi única esperanza era que una evaluación microscópica de cada órgano recolectado nos proporcionara respuestas más convincentes sobre lo que había sucedido y contribuyera a los datos limitados que tenemos para ayudar a conservar esta especie en peligro.
Cuatro días más tarde recibimos informes de una enorme ballena varada en un arrecife externo en el golfo de México 19 km (12 millas) al norte de Cayo Hueso, Florida. Mientras me dirigía a toda velocidad hacia el lugar con el coordinador de varamientos de la región, Steve McCulloch, para realizar una evaluación para NOAA Fisheries me preguntaba si podía ser la madre de la cría fallecida. Lamentablemente, la ballena había fallecido, y al identificarla como un cachalote macho se demostró que mi teoría era incorrecta. Para investigar más exhaustivamente, me subí al cachalote para recolectar muestras de piel, que pueden proporcionar un tesoro oculto de información genética. Afortunadamente, tuvimos recursos a disposición para mover el cachalote a un puerto deportivo local, donde podríamos realizar una necropsia completa al día siguiente. NOAA Fisheries envió personal y recursos adicionales para reunir la mayor cantidad de información posible, y pasé las siguientes 12 horas examinando el cachalote de 14,5 metros (47,5 pies) de largo.
Por desgracia, había una pequeña masa de 1,1 kilogramos (2,5 libras) de red de pesca en el primer estómago del animal, lo que probablemente fue la causa de su muerte. La degradación del hábitat y la sobrepesca han agotado los recursos del océano al punto donde especies marinas comen cualquier cosa para satisfacer su hambre, con consecuencias potencialmente letales debido a nuestra tendencia a convertir los océanos en nuestros basurales. A nivel mundial, he comprobado que las enfermedades de mamíferos marinos con frecuencia son el resultado de entornos comprometidos.
Ingerir 1,1 kilogramos (2,5 libras) de red de pesca fue la causa de muerte de este cachalote de 50 toneladas.
FOCAS DE CASCO EN EL SUR
En la vida de una veterinaria de mamíferos marinos no hay ningún día que sea normal. He centrado mi carrera principalmente en los mamíferos marinos que habitan las aguas del sureste de Estados Unidos, y fue raro recibir una llamada sobre la presencia de dos focas en una de las playas de Florida. Aunque dudaba de que los animales fueran realmente pinípedos, dos crías de foca de casco de alguna forma habían llegado a una playa del sur de Florida. Estas dos crías aparentemente estaban desplazándose juntas, lo que era aún más inusual porque normalmente son una especie solitaria. No migran hasta que alcanzan la madurez sexual, y su ruta migratoria habitual no incluye el sur de Florida.
Evaluamos a ambas focas en nuestro centro de rehabilitación de delfines y ballenas mientras buscábamos un centro más apropiado para continuar con su atención y finalmente liberarlas. Desgraciadamente, solo una foca sobrevivió y fue trasladada a un centro de rehabilitación de Nueva Jersey, donde, con el tiempo, sería devuelta a su estado salvaje. Durante la autopsia forense, descubrí que el estómago de la cría fallecida estaba lleno de cucharas de plástico, bolsas de plástico y etiquetas de botellas de agua de todo el mundo. Al igual que con el cachalote, sospecho que la falta de presas llevó a estas focas rebeldes a buscar mejores lugares para satisfacer sus necesidades nutricionales; la cría fallecida estaba comiendo cualquier cosa para intentar saciar su hambre, lo que resultó fatal.
Mamíferos marinos aprenden a presentarse para exámenes de salud de rutina en centros de cuidado humano.
UN VARAMIENTO MASIVO DE
DELFINES DE DIENTES RUGOSOS
Hay una regla no escrita que dice que si es un día festivo, hay una reunión importante o es la víspera de unas vacaciones de buceo muy esperadas, seguramente se produzca un varamiento grave. Me encontraba en una conferencia en otro estado para hablar sobre el manejo de varamientos masivos cuando recibí una llamada donde me informaron que se estaba produciendo un varamiento masivo de delfines de dientes rugosos en el sur de Florida. A los 30 minutos ya estaba en un avión.
Después de recibir actualizaciones en tiempo real de que algunos delfines habían quedado varados en la playa, otros estaban rodando en las olas y muchos más estaban deambulando a 27 metros (30 yardas) de la costa, mi equipo y yo consultamos a oficiales de NOAA Fisheries y luego les indicamos a los rescatistas y voluntarios públicos que formaran un cordón humano en el océano para evitar que más delfines se encallaran en la playa con el resto de su manada. Sin embargo, las condiciones meteorológicas se deteriorarían rápidamente, por lo que permanecer en el agua era peligroso.
Poco después, los delfines restantes se encallaron, y cada delfín tenía un voluntario asignado. Me desplacé por la línea para evaluar, tomar muestras y etiquetar a cada delfín. Aún tengo pesadillas sobre este evento; algunos delfines habían perecido y muchos aún estaban en una situación precaria. Tomé la difícil decisión de realizar una eutanasia en muchos de los animales que estaban vivos para aliviar su dolor y su sufrimiento. Solo seis de los 60 animales estaban lo suficientemente saludables como para que nuestro equipo intentara una rehabilitación. Tres de estos delfines sobrevivieron para regresar a su hábitat natural con telemetría satelital que proporcionó datos de conservación fundamentales.
Como centinelas del océano y la salud de los humanos, los mamíferos marinos son barómetros ambientales vivientes. Compartimos los mismos océanos, comemos los mismos pescados y la humanidad a la larga seguirá los pasos de los delfines.
EL MANATÍ DE FLORIDA
Los manatíes de Florida son una especie clave que nos advierte sobre cambios ambientales y de hábitats en las vías marítimas de Florida. Con un peso de más de 907 kilogramos (2.000 libras), estos gentiles gigantes se enfrentan a un sinnúmero de amenazas en su hábitat, incluso un aumento del tráfico marítimo, enredos e ingestión de desechos marinos. En 2021 fallecieron 1.100 manatíes—una cantidad récord—, lo que representa aproximadamente un 12 por ciento de la población del estado. Este año, oficiales de vida silvestre designaron a los manatíes de Florida como una especie en crisis debido a 500 muertes que se produjeron en un evento de mortalidad inusual (UME, por sus siglas en inglés). La designación de un UME pone a todos los rescatistas de manatíes, veterinarios y científicos en un estado de gran alerta y prioriza los esfuerzos de investigación.
Nunca he visto a un manatí sin al menos una cicatriz causada por la hélice de un barco. No fue una sorpresa descubrir que un manatí en Marathon, Florida, había sido encontrado con lesiones graves en la cabeza causadas por la hélice de una embarcación. Es difícil imaginar que una criatura pueda sobrevivir ese tipo de traumatismo de cráneo. Una inmediata respuesta de rescate frente a una lesión tan grave es crucial para aumentar las probabilidades de supervivencia. Existen centros limitados disponibles para evaluar más a fondo y tratar a manatíes, por lo que los traslados largos con un monitoreo intenso ya se han convertido en costumbre. Trasladar y atender a un animal tan grande supone numerosos desafíos, incluso un comportamiento impredecible, problemas de seguridad humana y la presión adicional de asegurarse de que los pacientes de un UME lleguen con vida.
Afortunadamente, este caso tuvo un final feliz. El traslado largo se produjo sin incidentes, y una cirugía posterior para extraer fragmentos de hueso del cráneo le permitió regresar al medio silvestre.
BELUGAS NO TAN PEQUEÑAS
Para muchas personas, la popular canción infantil “Baby Beluga” (Pequeña beluga) es el único conocimiento que tienen de las belugas, también llamadas canarios del mar por sus vocalizaciones únicas. Estas ballenas viven lejos de las cálidas aguas de Florida, donde paso la mayor parte del tiempo. Al igual que otras especies marinas, las belugas se enfrentan a muchas amenazas ambientales, como las industrias pesqueras comercial y deportiva, que comprometen su salud nutricional. Asimismo, el calentamiento global afecta las temperaturas del agua a las que los mamíferos marinos y sus presas se han adaptado.
Recientemente viajé a Noruega para examinar y evaluar a la famosa “ballena espía” apodada Hvaldimir, que llegó a las aguas de Noruega en 2019 con un arnés, un soporte de cámara y sujetadores con las palabras “Equipment St. Petersburg” (Equipo San Petersburgo). Hvaldimir, que ya no se encuentra bajo el cuidado humano, ha aprendido a buscar alimento vivo y actualmente se enfrenta a las amenazas de las interacciones humanas y de vivir en las aguas de una nación ballenera. Examinar a este carismático animal en temperaturas bajo cero fue un recordatorio de que los entornos extremos son parte de ser una veterinaria de mamíferos marinos.
Las muestras recolectadas a partir de necropsias arrojarán información en análisis de laboratorio posteriores.
Mi trabajo también se extiende más allá de las poblaciones de mamíferos marinos salvajes. Antes de la pandemia me llamaron para evaluar a una beluga que vivía en un acuario en China. Esta ballena tenía una condición de la piel imposible de diagnosticar que había sido muestreada y estudiada por los mejores especialistas en mamíferos marinos del mundo. Trabajar en una ballena que está bajo un cuidado controlado puede ser más fácil en algunos aspectos, en especial con animales que son voluntarios para exámenes médicos y procedimientos de muestreo. No obstante, a pesar de los exhaustivos esfuerzos, no pudimos salvar esta valiosa vida, y eso siempre representa un mal día en la oficina.
Sin embargo, es primordial tomar los conocimientos que obtenemos de especies marinas tanto silvestres como bajo un cuidado controlado para preservar, proteger y conservar a estos grandes depredadores fundamentales que viven en nuestros frágiles océanos.
© Alert Diver - Q3 2022