Buceo en el centro de California

La etérea vista de la costa de Big Sur en California ofrece acantilados escarpados, islotes de roca y playas arenosas apartadas. Foto de Andy Sallmon.

Buceo desde la costa en la Bahía de Monterrey y otros lugares cercanos.

Nuestra fecha de partida finalmente había llegado. Cuando el motor se puso en marcha, intenté acomodarme para el largo viaje, sabiendo que pasarían muchas horas antes de que llegáramos a nuestro destino. Momentos más tarde estábamos en camino y cerré mis ojos un instante con el deseo de que la tensión de los últimos seis meses desapareciera. Unos instantes más tarde, el silencio casi absoluto fue interrumpido por una voz que me preguntó: “¿qué tal algo para tomar?”.

En circunstancias normales, le hubiera sonreído agradecida a la azafata y le hubiera pedido agua o — para ser completamente honesta— champaña. Pero era el año 2020, y lo que se consideraba “normal” había dado un vuelco total. Abrí los ojos, suspiré y tomé una lata de la nevera que estaba junto a mí, luego la abrí antes de pasársela a Andy, que conducía por la carretera en un SUV (vehículo utilitario deportivo) alquilado lleno hasta el tope de tanques, equipo de buceo y equipo fotográfico.

Un podcast en lugar de una película recién estrenada, una lata de agua con gas en lugar de una copa de vino espumante, mascarillas faciales de tela en lugar de un antifaz para dormir y una licencia de conducir en mi bolsillo en lugar de un pasaporte hacían que este viaje fuera extraordinariamente diferente a casi cualquier otro que habíamos realizado. Con una pandemia mundial que limitaba nuestras opciones de viaje, habíamos tenido que adaptarnos. No había hoteles, comidas en restaurantes ni buceos desde embarcaciones lujosas con un grupo bullicioso esperándonos al final de nuestra travesía.

No era un sacrificio tan grande como podía parecer. Nuestra pequeña casa de alquiler incluía provisiones y nuestro destino, el centro de California, tenía algunos de los mejores puntos de buceo desde la costa de los Estados Unidos. Me permití sentir un poco de emoción —una especie de derroche durante este año tan extraño— mientras nos acomodábamos para el recorrido. Siguiente parada: Morro Bay. 

Una nutria marina se alimenta de mejillones
Una nutria marina se alimenta de un grupo de mejillones cerca de Cannery Row en Monterrey.

Llegar al destino es parte de la diversión

Acabábamos de iniciar nuestra aventura y ya estábamos apresurándonos. North T-Pier en Morro Bay es conocido por sus increíbles sujetos macro, pero el buceo en esta área depende mucho de la marea. La mejor visibilidad se obtiene cuando la marea está alta y las corrientes a veces extremas solo permiten ingresar al agua con la marea tranquila, por lo que los buzos expertos normalmente se limitan a una de las habituales dos fugaces oportunidades diarias de explorar allí.

Llegamos justo a tiempo para aprovechar una breve oportunidad de buceo. Nos registramos rápidamente con el capitán de puerto y la Guardia Costera, situados convenientemente en el muelle, y nos colocamos el equipo. La entrada aquí era sencilla, con una rampa en frente de la oficina del capitán de puerto que conducía a un muelle flotante desde donde podíamos ingresar al agua. Nadamos cautelosamente, manteniéndonos bajo la estructura en la mayor medida posible para evitar el tráfico marítimo, hasta que llegamos a un punto adecuado e iniciamos nuestro descenso a unos 6 metros (20 pies) de verde oscuridad. Inmediatamente agradecí que hubiéramos elegido la marea alta máxima, porque si esa era la mejor visibilidad, no quería ver cuál era la peor. 

Una floración de medusas ortiga de mar
Una proliferación de medusas ortiga ofrece una agradable parada de seguridad en la Bahía de Monterrey.

Mientras descendíamos nos reíamos, hasta que vimos el fondo y ¡santo cielo!: había nudibranquios por todas partes. Tal vez solo podía ver a una distancia de 3 metros (10 pies) frente a mí, pero eso era suficiente para poder apreciar la abundancia. Nos pusimos a trabajar con nuestras cámaras y para cuando comencé a sentir el movimiento insistente de la marea saliente, ya había fotografiado a 12 especies de babosas diferentes.

Salir del agua es un poco menos elegante que ingresar. Con algo de ayuda para escalar las rocas, pudimos regresar a nuestro vehículo con las extremidades, el equipo y el entusiasmo intactos.

Desde Morro Bay nos dirigimos hacia el norte por la costa, siguiendo las vueltas y los giros de la Ruta Estatal 1 que nos llevaba hacia los imponentes acantilados de Big Sur. Al haber acantilados significa que no hay muchos puntos de buceo desde la costa conocidos en esta área. La única notable excepción es Jade Cove. El exigente ingreso nos obligó a llevar nuestro equipo desde la carretera hasta la playa por un pequeño sendero que por momentos se volvía escarpado y pedregoso. Si bien el punto de buceo es encantador, tal vez se pregunte si vale la pena la molestia hasta que se dé cuenta de que la mayoría de las personas que visitan el lugar no están buscando peces lindos, sino que están en busca de un tesoro. Los visitantes están autorizados a recolectar jade en las áreas debajo de la línea de marea alta, una labor que es adictiva y, a veces, provechosa. He oído de buzos que han descubierto grandes trozos del mineral verde y lustroso.

Habíamos estado observando las olas cada vez más grandes durante el trayecto en automóvil, por lo que no nos sorprendimos cuando nos detuvimos cerca del campamento adyacente en Plaskett Creek, abrimos la puerta del vehículo y fuimos recibidos por el rugido de las enormes olas que azotaban la playa más abajo. Después de abrirnos camino hacia el sendero que llevaba a la orilla, inmediatamente confirmamos que no podríamos hacer ninguna búsqueda submarina de jade ese día —no de forma segura, en todo caso. Fue realmente desalentador, pero reconocer cuándo no es prudente bucear es una de las lecciones más importantes en el buceo desde la costa.

Bahías de la abundancia (protegida)

Un sitio de pronóstico marino confirmó que tendríamos unos pocos días más de grandes olas, por lo que nos dirigimos al norte hacia los excelentes y sumamente protegidos puntos de buceo en Carmel y la Bahía de Monterrey. Nuestra primera parada fue la Reserva Marina Estatal Point Lobos (Point Lobos State Marine Reserve), que contiene algunos de nuestros puntos de buceo favoritos de California. La rampa para botes en Whaler’s Covefacilita mucho el ingreso desde la costa. Si bien es posible explorar la ensenada, decidimos nadar enérgicamente hasta salir de ella, donde la visibilidad normalmente es mejor. Desde allí, descendimos a unos 18 metros (60 pies) para iniciar nuestra exploración.

Un lingcod se asoma entre Corynactis y briozoos staghorn
Un marrajo se asoma entre Corynactis y briozoos en la Reserva Marina de Point Lobos, en Carmel.

Los erizos recientemente habían afectado el kelp gigante en la desembocadura de la ensenada, por lo que nos sumergimos un poco más para deleitarnos con los Corynactis, esponjas y anémonas piscívoras con forma de flor que cubrían las rocas y nos detuvimos a admirar un bacalao malhumorado que descansaba sobre un pináculo aplanado. Las olas fuera de la ensenada formaban una fuerte corriente que nos balanceaba de un lado a otro. Era divertido salvo cuando intentábamos tomar una fotografía del bacalao, que no estaba impresionado con nuestros esfuerzos descoordinados. El movimiento del agua había aumentado nuestro consumo de aire normal, por lo que regresamos a Whaler’s Cove, donde una foca comenzó a acechar a Andy y yo, emocionada, pude fotografiar a un abrojo cara de mono que se asomaba debajo de una roca.

A medida que avanzábamos hacia el norte había una infinidad de puntos protegidos que podíamos visitar, aunque por el momento debíamos desviarnos de Monastery Beach. North Monastery, con sus peñascos llenos de anémonas y kelp gigante, es uno de los mejores puntos de buceo del área, pero la playa es tan escarpada que el ingreso puede ser traicionero cuando el oleaje es alto. En cambio, decidimos bucear en algunos de los puntos al lado de Cannery Row en Monterrey, empezando por McAbee Beach. Después de conseguir un lugar junto al punto de acceso de la playa, nos colocamos el equipo y caminamos por la arena con escombros hacia el agua, apenas apuntando al norte mientras nadábamos hacia un poco de kelp que podíamos ver en la superficie. Descendimos a 11 metros (35 pies) y nos desplazamos para sumergirnos un poco más, apuntando a un área donde grupos de anémonas pedunculadas gigantes comenzaron a aparecer en el arrecife rocoso. Mientras haraganeábamos un poco, una pequeña pelea en una roca cerca de allí llamó nuestra atención. Nos habíamos topado con un cabezón anidando que protegía ferozmente una nidada de huevos de un pequeño grupo de peces roca hambrientos —un fantástico hallazgo de vida marina que ocupó el resto de nuestro día de buceo. 

Un grupo de anémonas plumosas gigantes
Un grupo de anémonas pedunculadas gigantes se eleva en Metridium Fields en Monterrey mientras medusas ortiga atestan las aguas circundantes.

Al día siguiente buceamos en Metridium Fields, otro punto de acceso desde la costa cerca de allí, también conocido por sus anémonas pedunculadas gigantes. Desde el aparcadero contiguo de San Carlos Beach, nos colocamos el equipo y elegimos nuestro camino entre las rocas que se veían esporádicamente en el agua poco profunda, haciendo lo mejor que podíamos para mantener los pies en la arena hasta que alcanzáramos una profundidad suficiente como para descender. Seguimos un gran conducto con invertebrados incrustados que se extendía desde una antigua casa de bombas hasta el final y luego nos dirigimos al norte, sabiendo que nos toparíamos con rocas cubiertas de anémonas pedunculadas y toneladas de otras criaturas marinas en unos pocos minutos.

Cuando comenzamos a desplazarnos, nos encontramos con algunas medusas ortiga de mar, pero cuando la profundidad del lecho marino alcanzó los 12 y luego los 15 metros (40 y 50 pies), el color del agua comenzó a cambiar de un azul verdoso claro a un verde oscuro y lleno de plancton. Mientras me preparaba para fotografiar a un pequeño grupo de anémonas, advertí que el agua estaba repleta de medusas ortiga —tantas que bloqueaban gran parte de la luz ambiental. Proliferaciones repentinas como esta pueden ocurrir durante los cambios de la marea, pero nunca antes había visto algo tan abrupto, y parecía que había más medusas ortiga en el agua cada vez que miraba hacia arriba. Cuando emprendimos el regreso, me resigné al hecho inevitable de tener que pasar algunos minutos desagradables. Las medusas ortiga son bellísimas, pero sus tentáculos pueden dar unos golpetazos dolorosos; con tantas allí, no había forma de evitar ser picados. Me acomodé bien la capucha, puse la cámara frente a mi cara e hice lo que tenía que hacer, agradecida de tener una pomada para las picaduras en el automóvil. 

Un huevo de tiburón
Magnífico huevo de tiburón suspendido en la base de un rizoide de kelp en Breakwater.

Del otro lado del aparcadero de San Carlos Beach se encuentra Breakwater, el punto de buceo más conocido de Monterrey. Buzos de todo el centro de California obtienen su certificación allí y regresan una y otra vez. Este punto familiar está protegido y casi siempre se puede acceder a él, y la vida marina del lugar es constantemente extraordinaria. La diversidad de buzos en el aparcadero es un testimonio de la popularidad del lugar. Hablé brevemente con una mujer de 79 años que se estaba colocando un traje seco. Detrás de nosotros, un padre ayudaba a su hijo preadolescente a levantar un pequeño tanque para colocarlo en su espalda mientras nos preguntaba sobre nuestros sistemas de cámaras.

Habíamos destinado varios días a explorar los diversos aspectos de este punto. Primero, nadamos directamente desde la playa para fotografiar nudibranquios Dendronotus iris atiborrándose de anémonas tubo. Tras nadar un largo rato, al final de la pared nos encontramos con una colonia de leones marinos de California que hacían complejas acrobacias y nos rugían molestamente mientras serpenteaban en la columna de agua. Pasamos la mayor parte del tiempo buceando en el arrecife rocoso repleto de kelp que colindaba con la pared, donde cabezones y bacalaos descansaban sobre el arrecife, huevos de tiburón podían estar escondidos en los rizoides y los buzos más afortunados podían divisar a un cormorán o una nutria cazando.

Una ballena con un gran apetito

Durante un viaje de buceo es muy difícil convencernos de dedicar días al turismo en la superficie, pero siempre hacemos una excepción en Monterrey para visitar Big Sur cerca de allí. Después de días de bucear desde la costa en agua fría sin parar, estábamos listos para un descanso. Nuestro día sin buceo fue el único día que pasamos en una embarcación —un barco de observación de ballenas, para ser exactos. A fines del verano y principios del otoño boreal, enormes cardúmenes de peces cebo se congregan en las aguas ricas en nutrientes de la Bahía de Monterrey y atraen a depredadores como leones marinos, aves, tiburones y ballenas, especialmente ballenas jorobadas. La actividad de las ballenas generalmente es proporcional a la actividad de los peces, por lo que algunos años son mejores que otros. Habíamos oído que ese año era impresionante. Con la seguridad y el distanciamiento en mente, nos dimos el gusto y contratamos un espacioso barco chárter privado con una pareja más, un par de fotógrafos locales experimentados que me habían convencido con fotos de ballenas e historias de una increíble actividad digna de National Geographic

Había hecho muy pocos tours de observación de ballenas y ninguno con el objetivo principal de ver ballenas jorobadas. Cuando es el momento de tomar decisiones y gastar dinero, siempre elijo el buceo en lugar de actividades en la superficie, porque prefiero estar bajo el agua que en cualquier otra parte. Después de las primeras horas en el tour, durante el que solo había visto la aleta caudal de una ballena a la distancia y un despectivo grupo de delfines, me sentía engreída respecto a mis preferencias. El capitán nos dijo que un pequeño barco había informado sobre la presencia de otra ballena cerca del puerto e iríamos a comprobarlo en el viaje de regreso (código que significa “daremos la vuelta”). El descontento se apoderó de mí y debo admitir que solo desapareció un poco cuando vimos a la nueva ballena, identificada como una cría de la temporada anterior. Se alimentó un poco, pero no salía mucho a la superficie y era difícil ver la acción —y mucho más fotografiarla. La vista era ciertamente asombrosa, pero en mi mente una parte de mí pataleaba petulantemente y decía: “¡esta no es la acción espectacular que me prometieron!”.

Ballenas jorobadas alimentándose en la Bahía de Monterrey
La oportunidad de ver ballenas jorobadas lanzándose y alimentándose en la Bahía de Monterrey puede convencer incluso al buzo más apasionado de hacer un intervalo de superficie.

Por suerte mantuve esos pensamientos antipáticos en mi cabeza porque minutos más tarde divisamos una estela a la distancia. “¡Alerta!”, gritó el capitán. “Más ballenas, ¡y se acercan a toda velocidad!”. Las bestias que se estaban acercando se sumergieron y nos dejaron a todos con el cuello estirado buscándolas; luego oímos una salpicadura y vimos a tres ballenas gigantescas que se lanzaban hacia el cielo en sincronía y cerraban sus fauces con percebes mientras torrentes de agua llena de anchoas caían por sus caras. Sin un solo pensamiento de culpa por la joven ballena original, que había sido expulsada sumariamente del buffet, y el desafortunado banco de anchoas que había sido reclasificado oficialmente como la cena, todos gritamos emocionados y tomamos nuestras cámaras. Una y otra vez, las ballenas, socias de caza experimentadas, se elevaban del océano en forma conjunta y me permitían ser testigo de uno de los más grandes espectáculos de la naturaleza desde todos los ángulos de la superficie. Horas más tarde, cuando el sol había comenzado a ponerse y los brazos me temblaban por levantar la pesada lente de la cámara, había cambiado mi actitud respecto a la observación de ballenas mientras regresábamos al puerto.

Terminamos como empezamos

Un aleta amarilla
Un cabeza de flequillo de aleta amarilla mira desde su fortaleza de briozoos en Municipal Wharf II en Monterrey.

Estábamos debajo de otro muelle, Municipal Wharf II en Monterrey (más conocido como Wharf II), para realizar nuestro último buceo. Después de la maravillosa vida marina que habíamos visto debajo de T-Pier en Morro Bay, no podíamos estar más entusiasmados. Nos preocupaban menos las mareas y las corrientes del lugar, por lo que nos tomamos nuestro tiempo para colocarnos el equipo. La entrada al agua fue sencilla, ya que ingresamos sin contratiempos desde la playa contigua, y el oleaje intenso —aparentemente al tanto de nuestra inminente partida— finalmente había cesado. Esta área es popular entre los pescadores, por lo que hicimos nuestro mejor esfuerzo para permanecer debajo de la estructura en la mayor medida posible, observando muy de cerca el tráfico marítimo y la presencia de monofilamentos.

Cuando nos topábamos con una curva en el muelle, descendíamos a unos 6 metros (20 pies) y no nos movíamos del punto de descenso. Briozoos rojos con aspecto de encaje cubrían la estructura en esta curva que servía de un complejo condominio para nudibranquios, blénidos flequillo y camarones. Varias horas más tarde, cuando teníamos tanto frío que ya se había convertido en una distracción, decidimos regresar a la costa.

Mientras nos quitábamos el equipo y colocábamos los tanques en el SUV, y admirábamos la impresionante pila de cilindros vacíos que habíamos utilizado, sentí una ola de alegría por el tiempo que habíamos pasado en el océano, sin importar lo inusual de los detalles y ni las restricciones del enfoque. Me di cuenta de que me estaba riendo por lo que parecía la primera vez en meses. Cuando me senté en el asiento delantero para emprender el largo viaje de regreso a casa, me acomodé de inmediato, más relajada de lo que hubiera creído posible durante ese año y, lo que es más importante, lista para enfrentar los meses siguientes. Siguiente parada: casa.


Buceo desde la costa

Opiniones de los expertos: los buzos que están familiarizados con los puntos de buceo desde la costa locales son una valiosa fuente de información, lo que incluye detalles sobre el aparcadero, puntos óptimos de entrada y salida, navegación, mareas, corrientes, tráfico marítimo, normas locales, condiciones recientes y vida marina. Las redes sociales y las tiendas de buceo locales son excelentes lugares para empezar. 

Un cabezón vigila un nido de huevos plateados
Un cabezón protege una nidada de huevos plateados en la popular McAbee Beach en la Bahía de Monterrey.

Cuándo no bucear: saber cuándo no es aconsejable bucear es uno de los aspectos más importantes del buceo desde la costa. La presencia de grandes olas o de rocas escarpadas puede frustrar incluso a los buzos desde la costa más experimentados y los cambios extremos en la marea o las corrientes pueden convertir un buceo relajante en una experiencia estresante o peligrosa con poco aviso o sin advertencia alguna. 

Colocación del equipo: el uso de botines o botas de traje seco con suelas gruesas le permitirá llegar al punto de entrada tranquilamente, sin importar cuán accidentado sea el terreno. Esta estrategia a menudo supone usar aletas abiertas, en cuyo caso las correas son una excelente forma de ponerse y quitarse las aletas rápidamente. Se recomienda encarecidamente utilizar un dispositivo de señalización y un cortador de cabos. Sujete adecuadamente luces o cámaras a su compensador de flotabilidad para poder ingresar con las manos libres; si el buceo desde la costa es algo nuevo para usted o si el ingreso es muy complicado, considere dejar su cámara. Elabore un plan para definir dónde poner la llave del auto y luego haga un plan alternativo por si la pierde (confíe en mí; hablo desde la experiencia). Haga un gran esfuerzo para mantener el equipo limpio. Una buena idea es vestirse sobre una alfombrilla o una lona para minimizar el contacto con la arena o las rocas; es importante lavar el equipo meticulosamente después de un buceo.

Datos sobre aptitud física: si bien algunos puntos de buceo desde la costa le permiten caminar 3 metros (10 pies) hasta el borde del agua, entrar sin oleaje y descender casi de inmediato, la mayoría de ellos requiere un esfuerzo adicional, como por ejemplo recorrer escalinatas, ingresar en medio de las olas o nadar un poco en la superficie. Asegúrese de estar preparado físicamente para el esfuerzo previsto.


Cómo bucear en este lugar

Condiciones y nivel de habilidades: las temperaturas del agua en el centro de California oscilan entre los 7 °C y los 15,5 °C (45 °F y 60 °F). La visibilidad varía de menos de 3 metros (10 pies) a más de 21 metros (70 pies). Procure usar un traje seco o un traje de neopreno de 7 mm de buena calidad con capucha y guantes. Las bahías de Monterrey y Carmel ofrecen una variedad de puntos apropiados para todos los niveles de habilidades, aunque los visitantes que carecen de experiencia en buceo en agua fría deberían considerar contratar a un guía de buceo.

Reservas: las bahías de Carmel y Monterrey tienen un complejo sistema de áreas marinas protegidas. Los buzos de todos los niveles deben visitar la Reserva Marina Estatal Point Lobos. Los equipos de compañeros deben hacer reservas con anticipación, especialmente si desean bucear durante fines de semana o días festivos. Visite pointlobos.org para obtener más información.

Intervalo de superficie: un viaje en auto por la costa de Big Sur es algo que no debe dejar de hacer, al igual que una visita a la colonia de elefantes marinos en San Simeón (aproximadamente 161 km [100 millas] al sur de Monterrey), especialmente durante los meses del invierno boreal cuando grandes machos se reúnen y compiten para aparearse. La ciudad de Monterrey tiene un fantástico acuario y el histórico encanto de Cannery Row. La observación de ballenas es una actividad común en el área de la Bahía de Monterrey, en especial a fines del verano y en el otoño boreal. Los tours de tiburones en la superficie para observar tiburones blancos desde la primavera hasta el otoño boreal recientemente se han vuelto populares.


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© Alert Diver —primer trimestre 2021.

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