El hundimiento del SS Umbria
ERA MAYO DE 1940 Y ALEMANIA HABÍA ESTADO EN GUERRA CON EL REINO UNIDO por más de ocho meses. En Europa Occidental había mucha tensión. Parecía inevitable que Italia, bajo el gobierno fascista de Benito Mussolini, tomara parte en la guerra alineada con Alemania.
En Nápoles, el capitán Lorenzo Muiesan del SS Umbria, de Italia, un buque de transporte marítimo que aún enarbolaba una bandera neutral, observaba el trabajo inquietante de su tripulación que cargaba suministros de guerra a bordo de su buque. La provisión —6.000 toneladas de bombas, 600 estuches de detonadores y 100 toneladas de armas— pasaba por enfermeras empujando cochecitos por los embarcaderos.
Construido en Hamburgo, Alemania, en 1911, el Umbria —de 10.000 toneladas brutas— era un impresionante buque de carga. Con 154 metros (506 pies) de largo, 18 metros (60 pies) de ancho y una velocidad de crucero de 14 nudos, podía transportar con facilidad un gran cargamento rápidamente. En un aparente intento por ocultar el propósito del buque, 2.000 toneladas adicionales de materiales de construcción y mercancía general, incluso tres sedanes Fiat 1100 y cajas de vino, rodeaban los suministros de guerra.
El cargamento general iba rumbo a Asia, pero los instrumentos de guerra llegarían a los territorios de Eritrea y Somalia ocupados por italianos para fortalecer sus defensas contra el Reino Unido, que controlaba la costa de África desde Egipto hasta Sudán. En teoría, el importante cargamento de guerra dejaría a los territorios italianos listos si y cuando Italia decidiera unirse a la guerra.
Ochenta y dos años después de su última travesía, el Umbria es un jardín de diversidad marina. Su superestructura y sus grúas están engalanadas con todo tipo de criaturas bentónicas, incluso corales duros, corales blandos y esponjas marinas.
MARK HATTER
El 3 de junio de 1940, el Umbria llegó a Port Said, Egipto, donde la armada británica lo detuvo por tres días ya que les preocupaba que transportara un contrabando de guerra. No obstante, la bandera neutral significaba que la armada no tenía una causa probable para ejecutar un registro y una incautación. Muiesan cargó astutamente 1.000 toneladas adicionales de carbón y agua para profundizar el encubrimiento. El ardid funcionó, y el Umbria fue liberado para navegar hacia el sur bajo la escolta del HMS Grimsby de la armada británica. Umbria fue liberado para navegar hacia el sur bajo la escolta de la armada británica del HMS Grimsby.
Con el riesgo de que Italia se uniera a la guerra en su momento más álgido, Nueva Zelanda —aliado británico— envió el buque de guerra, HMNZS Leander para interceptar el Grimsby cerca de la costa de Sudán el 9 de junio. El Leander ordenó a Muiesan que levara el ancla en Wingate Reef, a un poco más de 5,5 kilómetros (3 millas náuticas) de Puerto Sudán. Con la afirmación de que el Umbria estaba metiendo un contrabando de guerra, el Tte. E.M.C. Stevens del Leander subió a bordo del Umbria con 22 marineros de la armada británica para realizar una búsqueda exhaustiva en el buque. Sorprendentemente, no encontraron armas de guerra, sin embargo, permanecieron a bordo del Umbria mientras estaba detenido.
Al día siguiente, Muiesan recibió una transmisión por radio que decía que Italia les declararía la guerra al Reino Unido y Francia a las 7 de la tarde, y que los enfrentamientos comenzarían a la medianoche. Como no quería que quienes serían sus enemigos en pocas horas decomisaran su valioso cargamento, Muiesan quemó documentos confidenciales en la caldera de la cocina y concibió un plan brillante para hundir su buque.
Se acercó a Stevens y solicitó permiso para realizar un ejercicio de reunión en el buque, lo que no resultaba poco razonable considerando las tensiones. Steven lo consideró y luego accedió a la solicitud. ¿Qué podía suceder con sus marineros aún a bordo?
Después de que su tripulación fuera evacuada en botes salvavidas durante el ejercicio, Muiesan ordenó secretamente a su ingeniero que hundiera el buque. Dos mecánicos ingresaron a la bodega del motor y rompieron las placas de hierro fundido que bloqueaban las tomas de agua de mar. El Umbria comenzó a hundirse rápidamente, dejando a Stevens sin otra opción que sacar a sus marineros, Muiesan y los miembros de la tripulación italiana que aún estaban abordo de la embarcación y abandonarla. El Umbria pronto se asentó en el fondo sobre su banda de babor, con la popa a 10,6 metros (35 pies) y la proa a 38 metros (125 pies).
Ningún marinero murió en el incidente, pero Muiesan y su tripulación pasaron el resto de la guerra en prisión por su engaño. En los 82 años que pasaron desde su hundimiento, el Umbria pasó de ser una baja temprana de la guerra a un museo de historia fascinante cubierto de coral. Algunos opinan que es el mejor naufragio del mar Rojo, aparte del Thistlegorm.
EL BUCEO EN EL UMBRIA
Mientras nos colocábamos el equipo debajo de un cielo sin nubes para nuestro primer buceo en el legendario Umbria, soplaba un viento caliente y seco. Era un buceo sencillo, conforme se había descrito en el informe de seguridad anterior al buceo, con gran parte de los artefactos y las bodegas de carga del buque accesibles sin una penetración profunda. Hice una lista mental con mi compañero de fotografía, John, de los lugares que quería explorar y sus distancias desde las tres bodegas independientes y las superestructuras.
Mi principal prioridad era fotografiar los Fiat 1100, que requería una cuasi penetración breve con una curva y un giro hacia arriba a lo largo de una pasarela. Desde allí, ingresaríamos a la oscura bodega donde los vehículos yacían en un perpetuo descanso. También prioricé la bodega con las bombas.
Afortunadamente, John ya había buceado en el Umbria tres veces. Si bien no es un punto de buceo remoto, hay pocas embarcaciones de vida a bordo que se aventuran allí, lo que lo vuelve artificialmente remoto.
La memoria de John era buena, y él me guio directamente a la bodega de los Fiat. Me hizo una seña generosamente para que yo avanzara primero. Doblé para ingresar, giré hacia arriba y por encima y me desplacé con cuidado a lo largo de la pasarela hacia los vehículos, buscando un buen ángulo en la reducida bodega. Mi luz iluminó el sedimento y eso me recordó que debía minimizar el contacto con cualquier cosa que hubiera en la bodega para que no se formara una nube de humo y destruyera mis imágenes.
Avanzamos hacia la bodega con las bombas y luego a otra para ver las cajas de detonadores, que se habían deteriorado y habían dejado un desparramo de partes de bombas irreconocibles en el suelo. Nos turnamos para fotografiar artefactos, conscientes del sedimento siempre presente.
John hizo una seña para que nos moviéramos hacia la proa, pero mi computadora me sugería lo contrario. Era hora de regresar a la línea de parada de seguridad. La proa podía esperar para nuestro segundo buceo.
Eran las últimas horas de la tarde cuando finalmente llegamos a la proa del Umbria’s y fotografiamos sus superestructuras exteriores y sus grúas durante el trayecto. La tripulación del buque lo hundió cuando estaba fondeado, y se asentó con la cadena estirada a un ángulo de 45 grados, lo que daba la impresión de que la cadena impedía que se alejara a la deriva.
En el crepúsculo encontré lo que buscaba: una pareja de peces payaso de dos bandas (Amphiprion bicinctus), que son endémicos solo del mar Rojo. Estaban a la mitad de la cadena del ancla en una anémona burbuja (Entacmaea quadracolor). Fotografié a los icónicos sujetos contra el Umbria y la silueta de compañeros de buceo en la luz tenue.
Hicimos seis buceos en el Umbriaincluso dos buceos nocturnos. Un fotógrafo podría pasar cada buceo en la superestructura y los artefactos, pero la vida marina que hay en el buque es impresionante y digna de su tiempo. Todo esto, combinado con la tranquilidad de un lugar que es visitado pocas veces, hace del Umbria uno de los buceos en naufragios más gratificantes del mundo. AD
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Bucee virtualmente en el Umbria en estos videos.
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